El recorte de tropas amenaza la paz social en Rusia
La anunciada reforma del Ejército levanta ampollas en Rusia, especialmente entre quienes van a ser sus víctimas: los militares que perderán su medio de vida. La última llamada de alerta la ha lanzado el jefe de la Fuerza Aérea, el general Piotr Deinekin, según el cual la reducción de las tropas bajo su mando desde los 340.000 efectivos actuales hasta los 160.000 puede provocar graves desórdenes sociales si el Gobierno no se preocupa por resolver el futuro de los desmovilizados. El propio ministro de Defensa, Ígor Serguéiev, reconoce que la situación es "difícil, aunque manejable".
Pero esta afirmación peca de optimista cuando se sabe que los magros sueldos. de los militares llegan a veces con varios meses de retraso, y que los oficiales se tienen que quitar con frecuencia el uniforme para hacer trabajos con los que poder llegar a fin de mes. Deinekin afirma que no siempre hay combustible para los aviones y que los cargueros se tienen que alquilar a veces a empresas privadas para obtener fondos. Además, la falta de armas y equipos es crónica.Las deserciones son comunes. Peor aún: abundan los suicidios, las explosiones de furia homicida y las novatadas salvajes. Grupos de madres defensoras de los derechos de los soldados aseguran que, tan sólo en 1995, murieron más de 4.000 como consecuencia de abusos o suicidios. El ex ministro de Defensa Ígor Rodiónov sostiene que, en 1997,unos quinientos oficiales se quitaron la vida a causa de las "insoportables condiciones de vida".
Algunos ejemplos. El pasado jueves, un militar profesional, de 34 años, armado con un rifle, se suicidó en pleno mercado central de Poliarni, en la península de Kola. Un caso mucho, más trágico se produjo una noche del pasado junio en Abjazia, la independentista región georgiana en la que hay una fuerza rusa de mantenimiento de paz. El sargento de 22 años Artur Vagánov, por motivos no totalmente aclarados aún, la emprendió a tiros en el cuartel, mató a 10 de sus compañeros y se suicidó.
Pocos dudan de que la reforma es imprescindible. Sin guerra fría, sin aventuras importantes en el exterior, no se puede defender la necesidad de mantener unas Fuerzas Armadas de 1.800.000 soldados y 3.200.000 efectivos en total, si se cuenta el. personal civil. Ni siquiera se puede utilizar el- argumento de la eficacia. La guerra de Chechenia ha demostrado hasta la saciedad que el Ejército heredero del que plantó cara a Estados Unidos durante décadas ni siquiera puede vencer a un pequeño e irregular ejército.
La reforma prevé reducir las actuales Fuerzas Armadas de 1,8 millones de militares a 1,2 millones de aquí a Finales de 1998, profesionalizar progresivamente sus efectivos y mejorar' su armamento y equipamiento. La movilidad y la capacidad de reacción rápida serán esenciales. Y todo ello, ahorrando, porque un Gobierno que debe cientos de miles de millones de pesetas a maestros, médicos y, por supuesto, militares, no se puede permitir el lujo de mantener los gastos de Defensa. La principal voz discrepante es la del líder comunista y ex candidato presidencial Guennadi Ziugánov, para quien sería necesario dedicar del 5% al 7% del producto interior bruto (PIB)a la defensa, en lugar del 3%, o 3,5% previsto para el presupuesto de 1998. Estos planes, indica, suponen una grave amenaza para la seguridad de Rusia. Para hacerlo frente, el líder comunista anuncia ya una campaña de protestas para el otoño.
Sin embargo, pese a lo que hagan los comunistas, la reforma seguirá adelante. El propio Deinekin admite que, en el caso de la Fuerza Aérea, la disminución de efectivos no pondrá en peligro la capacidad de combate "al menos hasta el año 2005", y que los ingenieros rusos están trabajando ya en un cazabombardero del siglo XXI.
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