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FERIA DE BILBAO

Los caballeros los prefieren afeitados

Tal que así debían regresar los cruzados de tierras de infieles. Tal que así. Al final de la contienda los cuatro jinetes se fundieron en un abrazo como si volvieran de la guerra.¿Qué había pasado? Apenas nada. Un ángel, cuando Hermoso con Cagancho le dio el pecho a Estrellado en tablas, y con las banderillas a una mano. Otro, cuando, antes, Martinete resbaló al salir de un envite y el de Estella fue volteado repetidas veces por un torito inerte, sin capacidad para hacer maldades.

Antes y después, la sensación de vivir en diferente generación, en otra galaxia. Atrás quedaban Manolo Vidrié, rejoneando en puntas, como Pinito del Oro haciendo piruetas sin red. Más atrás aún aquellas novilladas para abrir feria con el divino Manzanares y el esforzado Galloso. El Capea haciendo dúo con la afición de Bilbao e incluso el infortunado Cesterito con el desafortunado Pallín.

Hernández Barrera / cuatro rejoneadores / Bohórquez, Hermoso de Mendoza, Ojeda y Andy Cartagena

Musculosos, manejables, rasurados al máximo los bureles sevillanos de El Ronquillo.Bohórquez: un rejonazo y descorde lumbar, (palmitas). Hermoso de Mendoza: dos rejones arriba (vuelta al ruedo). Paco Ojeda: un rejón arriba, (ovación y petición). Andy Cartagena: un rejón arriba, de efecto rápido (una oreja). Por colleras Bohórquez y Hermoso. Un rejón caído (ovación y saludos). Ojeda y Cartagena: un rejonazo arriba (ovación y petición). Plaza de Vista Alegre, 16 de agosto. Primera de feria. Dos tercios de entrada.

Y en la noche de los tiempos de la Historia, el testimonio de fray Prudencio de Sandoval, cronista del emperador, según el cual el propio Carlos V alanceó un toro en Valladolid pisando la plaza con otros caballeros, para celebrar el nacimiento de su hijo Felipe II. Y a pesar de los alanceadores jinetes armados de venablos fueron corneadas sus monturas y salieron dos de ellos por la penca del rabo perdiendo no sólo la vertical sino la vida. Una mala tarde la tiene cualquiera.

Ahora y aquí, otro público se sentaba en Vista Alegre en la primera de las Generales. Un público bullanguero y consumidor de espectáculos devaluados en donde el toro tiene el mismo papel de amable comparsa que las banderillas o el botijo.,

Medio "sirvió" el ganado, y el sobrino de Ginés, Andy Cartagena, templó poco, pero emocionante e inexperto, conmovió a las gentes y cortó la primera oreja de la feria.

Los poquitos aficionados salieron de la plaza comprendiendo, en el 35º aniversario de la desaparición de la fascinante Marilyn, el por qué los caballeros ya no las prefieren rubias y sí los prefieren afeitados. Con un toro. sin pasar por la barbería -y de qué modo- Pablo Hermoso de Mendoza estaría hoy en la crónica de sucesos.

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