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Los Mundiales terminaron con un escándalo

Los Mundiales de atletismo terminaron en Atenas con un escándalo sin precedentes en la historia reciente del deporte mundial. El enfrentamiento entre el presidente de la Federación Internacional (IAAF), Primo Nebiolo, y los organizadores ha sido total. Ayer mismo, Nebiolo los calificó de mediocres y que los campeonatos habrían sido una tragedia si no les hubiera ayudado la IAAF. Públicamente, la lucha alcanzó su punto álgido en la jornada de clausura cuando el dirigente bajó a entregar las medallas de los ganadores del maratón. Le habían avisado que no lo hiciera, porque se podría producir una fuerte reacción del público en su contra, pero no hizo caso. Y los silbidos atronaron el estadio Olímpico de una forma ensordecedora antes de trocarse en un grito unánime ¡Hellas, Hellas! [¡Grecia, Grecia!].Para colmo, Nebiolo fue a poner la medalla de oro a la japonesa Suzuki y por los altavoces sonó el nombre de Abel Antón, por lo que casi tuvo que quitársela del cuello a la ganadora femenina. A su lado estaba el ministro de Deportes griego y su cara denotaba casi satisfacción por el ridículo que estaba pasando el presidente de la IAAF. Nebiolo se negó a bajar después cuando los organizadores griegos pasaron la bandera de los Campeonatos a los representantes de Sevilla, encabezados por la alcaldesa, Soledad Becerril.

Era la humillación que anhelaban los griegos tras otras ofensas que Nebiolo les ha hecho sin razón. Puso las entradas muy caras inicialmente y luego se quejó de la falta de público de los primeros días añadiendo que para llenar las gradas vacías podían utilizar soldados.

La lucha del 2004

El enfado griego ha sido doble, porque se ha confirmado que Nebiolo, también miembro del Comité Olímpico Internacional, estaba haciendo indirectamente con todas sus críticas una labor muy clara: favorecer a la candidatura de Roma, en contra de la de Atenas. Ambas son las favoritas en la elección para la sede olímpica de los Juegos del 2004 el próximo 5 de septiembre, en Lausana.Los Mundiales han tenido algunos fallos en el calendario y han confirmado, por ejemplo, que una ciudad como Atenas tiene difícil solución en cuanto a tráfico, pero la organización ha sido digna, lo que supone un aprobado para su aspiración olímpica. Se ha vuelto a evidenciar que la capacidad de improvisación mediterránea, con una base normal organizativa, da mejores resultados que los teóricamente perfectos montajes sajones, muy difíciles de volver a encauzar si se producen fallos. Incluso han sido exagerados los esfuerzos griegos para quedar bien con los participantes. El despliegue económico, con medios privados y estatales, ha sido espectacular. Sospechoso. No es que Roma se haya quedado atrás, pero no tenía Mundiales como escaparate. La diferencia está en que a Grecia se le sigue debiendo unos Juegos tras dar a Atlanta los del Centenario, pero los italianos no pierden elecciones.

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