Las dos caras de éxito

Unos segundos después de terminar la carrera, Matín Fiz y Abel Antón se abrazaron. Fue sintomático de que el vitoriano no estaba enfadado. Pero más que la alegría por el triunfo planeaba sobre el ambiente el que Antón no le hubiese ayudado en la carrera. El soriano, tras recibir la corona de laurel previa a la medalla de oro que se le impondría ya por la tarde en el estadio Olímpico, posó por enésima vez con el vitoriano para los fotógrafos, y habló. No le dio importancia al hecho y argumentó sus razones: "Sí, me ha pedido un par de veces que tirara y yo le he dicho que el que venía detrás de nosotros estaba a 400 o 500 metros y que no nos iba a alcanzar. Por lo tanto, la medalla de oro y la de plata iba a estar entre él y yo. Y mi táctica era ir detrás, o sea que le he dicho que no iba a colaborar con él". Y cuando se le recordó si se había parecido al caso Olano Induráin, señaló con cierta dureza: "Ha sido más o menos así, pero creo en el atletismo hay más nivel, porque en el ciclismo sólo corren europeos y cuatro despistados. En el maratón, no".Abel, con su seriedad castellana característica, que curiosanmente raya a veces con el humor, dedicó el triunfo a su mujer, Belén, y a su hija, Tatiana: "Porque son las que más o menos conviven conmigo y tienen que sufrir los mismos esfuerzos que yo de cara a los entrenamientos". Tres maratones, tres victorias: "No me lo esperaba. Sobre todo en Berlín, porque allí sólo salía a probar y me encontré con una buena marca. Y la verdad, la tercera es la más importante, el no va más. Me he encontrado muy cómodo toda la carrera. Un rato ha habido que Martín Fiz me ha tirado muy fuerte hasta el kilómetro 35, que es donde ha querido despegarme, pero como después él ya iba desgastado no ha podido. Al final es cuando más cómodo he ido".

Cree que de sus tres maratones éste ha sido el más duro, pero lo tiene que pensar: "Posiblemente éste por el calor, pero sobre todo muscularmente te afecta mucho porque al final iba un tanto agarrotado de piernas con tanta bajada". Antón corrió con tirita en la nariz para respirar mejor, pero sin gorra ni gafas. No le gusta, porque tampoco entrena con ellas.

Ahora esperará dos semanas para planificar el futuro, incluso los posibles ataques al récord de España, primero, y al mundial, después. "Pero hay que buscar las carreras". Y no piensa en los Juegos Olímpicos de Sydney, porque quiere aprovechar los dos próximos años y a lo mejor le queda ya lejos. "Tengo que mirar con la cabeza fría, porque tengo 34 años y Sydney me pillaría con 37. A lo mejor seré demasiado mayor. Yo ahora voy aprovechar dos años que creo tener muy buenos y luego Dios dirá".

Fiz tenía sangre en la parte exterior de su pie izquierdo cuando se quitó las zapatillas con las que ha ganado un Mundial y se ha te nido que conformar con un subcampeonato. "SÍ, es una ampolla, pero nada". Y añadió sobre la falta de relevos de Antón: "No, no estoy enfadado. Hombre, Abel Antón ha hecho su competición creo que ha corrido magnífica mente, y yo, excepcionalmente. He hecho mi carrera, no he podido despegarme de él, es más rápido que yo y... muy satisfecho. Ser subcampeón del mundo después de haber sido campeón del mundo y campeón de Europa creo que es para estarlo". Fiz confesó que ha bló con Antón: "Sí, bueno, y le he dicho que tirase, pero él no quería tirar, me ha tenido que aguantar y yo he ido hacia adelante, Hombre, te molesta un poco, porque creo que desde el kilómetro 25 he hecho yo todo el peso de la prueba y cada uno ha hecho su prueba. Pero esto es un deporte individual. Son gajes del oficio". Y reconoció: "Sí puede ser que haya sido como lo de Olano e Induráin en el Mundial, pero, bueno, estoy muy satisfecho. Está olvidado lo de Atlanta".