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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Guardias y 'mossos'

EL INICIO de la asunción por la policía autonómica catalana, los mossos, de las competencias de Tráfico en 1998 se ha planteado desde una filosofía distinta a la que presidió el proceso en Euskadi con la Ertzaintza. Allí se trató de la sustitución total de un cuerpo policial por el otro, sin que hubiera trasvase de personal. En Cataluña se ha abierto la puerta a la integración de miembros de la Guardia Civil de Tráfico al nuevo cuerpo de los mossos. La distinta manera de proceder obedece a dos motivos principales: la mayor integración social de la Guardia Civil en Cataluña, y el convencimiento de que sería bueno para el nuevo servicio beneficiarse de la experiencia de unos agentes que han probado su eficacia.El conflicto se ha planteado al haberse fijado, por acuerdo entre la Generalitat e interior, una cuota máxima de 33 agentes de la Guardia Civil de entre el total de 221 plazas de mossos de Tráfico que se desplegarán en una primera fase. Se da la circunstancia añadida que las 188 plazas restantes han recibido 206 candidaturas, por lo que, tras el previsible descarte de candidatos no idóneos, la Generalitat deberá recurrir al traslado forzoso de mossos. Si hay un sobrante de candidatos presumiblemente competentes en la Guardia Civil, ¿por qué acudir a agentes desmotivados?

Se trata de aplicar con una llamativa cicatería una política que suponía una corrección sensata de experiencias de otros Gobiernos autonómicos. Una política pactada en la que han venido a coincidir posibles prejuicios nacionalistas catalanes con la simétrica resistencia de sectores de la Guardia Civil a perder plantilla. Esta segunda causa se vio reforzada por la actitud de algunos mandos, que tacharon por adelantado de "renegados" a los agentes que se pasaran a los mossos. A diferencia de otras, competencias, en las que también se traspasan los funcionarios, aquí no hay traspasos en bloque al tratarse de un nuevo organismo. Incorporar agentes de la Guardia Civil es un gesto de integración y sensatez, pero limitar por anticipado el número de posibles candidatos es hacerlo a medias.

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