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Ullrich toma el testigo de Indurain

El líder alemán es el cuarto más joven ganador de un Tour después de Gimondi, Fignon y Anquetil- Su diferencia respecto a Virenque es la más alta desde 1984

El ciclismo ya tiene lo que quiere: un hombre joven y fuerte al mando del pelotón, rebosante de salud, con todo el futuro por delante, susceptible de imaginársele ganando todo tipo de batallas. Es curioso: los especialistas reciben casi con euforia la llegada de cualquier talento nuevo, antes incluso que ver cómo ciertos corredores se hacen grandes cuando alcanzan la madurez. En ese sentido, Ullrich es una novedad refrescante: es el cuarto corredor más joven en ganar un Tour (después de Gimondi, Fignon y Anquetil) y lo ha hecho con una diferencia que no se conocía desde 1984 (aquel año Fignon le sacó a Hinault, segundo, 10.32 minutos). Riis ha quedado como un hombre de transición; el ciclismo nunca le tomó verdaderamente en seno. La candidatura de Ullrich es otra cosa: es el alemán quien toma el testigo de Indurain a ojos de los demás.Los organizadores del Tour preferirían que fuera francés, pero dan por bueno a Jan Ullrich aunque sólo sea por la potencialidad del mercado alemán [la cadena Eurosport ha batido récords de audiencia en este Tour, al ser la única en la que se podía seguir en directo la prueba en Alemania].

Ullrich reune buena parte de las cualidades de los grandes: consumado contrarrelojista y duro de pelar en la montaña, el tipo de corredor completo que puede maniobrar en todos los terrenos.

Ullrich es la gran novedad de este Tour, un Tour llamado al relevo generacional después del intervalo de Riis. Desaparecieron Induráin y sus contemporáneos y han sido sustituidos por corredores como Virenque, Pantani, Olano, Luttenberger (gran decepción las suya en este Tour), Gotti, Zulle, Jalabert y Camenzind por citar los más conocidos. Algunos de ellos llegaron a tiempo de combatir contra Induráin, pero faltaba por saber a quién le tocaba tomar el testigo. La aparición de Ullrich ha roto ese esquema: no hay continuidad; estamos ante un salto generacional en toda regla.

La victoria de Ullrich abre el panorama a todo tipo de conjeturas. Su propia inmadurez le convierte en un líder provisional. No sabemos demasiado de él, cómo ejercerá el liderazgo, cómo administrará el éxito, cómo le responderá el cuerpo a las exigentes demandas a las que está llamado a servir. Pero, en cualquier. caso, el ciclismo ya tiene referente.

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