Olano rompe el precinto de su Motor
El guipuzcoano logra su primer triunfo en el Tour derrotando a Ullrich en una gran contrarreloj-Escartín termina quinto en la general, y Jiménez, octavo
El Tour de 1998 comenzó ayer para Abraham Olano. Jan Ullrich, el prodigio alemán de 23 años, el hombre que llegará a París vestido de amarillo con más de nueve minutos sobre el segundo, Richard Virenque, no pudo resistir el último día importante él avance impresionante del ciclista guipuzcoano en los 63 kilómetros de contrarreloj en los alrededores de Disneylandia. Olano rompió, por fín, el precinto de su motor; ese tope que le impedía que su corazón se disparara y regara a los músculos al nivel requerido. Fue una explosión, una liberación del cuerpo de un ciclista que se ha pasado 10 días en agonía permanente, siempre persiguiendo en la montaña al grupo en el que debería estar, nunca dándose por vencido. Un premio al hombre que creía en él, que sentía más que nadie la frustración, que ha querido demostrar que el verdadero Olano no era aquel a quien dejaban en las suaves rampas del Envalira más de 30 corredores de segundo rango. "Al final, esto no ha salido tan mal como había pensado alguno", recordó con firmeza Olano desde su cuarto puesto en la general final.Hay quien puede invalidar el valor de la victoria de Olano. En realidad fueron sólo 45s a un Jan Ullrich enfermo, en baja forma alarmante la última semana. Un premio de consolación, sí pero de alto valor, aunque también se puede recordar que también Induráin perdió en dos ocasiones la última contrarreloj del Tour en sus años victoriosos. Y también Olano es un gran especialista contrarreloj. Pero también habría que mirar las diferencias que estableció en su magnífica cabalgada sobre la nueva Pinarello, la heredera de la Espada aún en busca de nombre. Si hubiera salido detrás de ellos, habría doblado a los otros dos moradores del podio. 3.32m sacó a Virenque; 4.35m, a Pantani, un sueño los 6.27m que le habrían metido en el podio. A Escartín le enjugó los 35s de desventaja en la general va en el kilómetro 12. Al final, la diferencia fue de 5.12m.
En los 200 kilómetros o así de grandes puertos alpinos Y pirenaicos, el bravo aragonés, el hombre que siempre está ahí y que ayer salió a darlo todo, aventajó a Olano en 4.10m. En 63 de llano perdió 62 segundos más. Una forma, para Olano, de acabar con la ilusión óptica de su situación en la general.
Olano sí que dobló físicamente a los dos que salieron delante de él. A Casagrande en el kilómetro 25 y a Riis, salido seis minutos antes, poco después. Su compañero Jiménez, magnífico octavo en la general, se salvó por 40s, 800 metros. Pero el adelantamiento más significativo fue el de Bjarne Riis. El danés, profundamente irritado desde antes de salir, tuvo un a actuación lamentable en su despedida de un Tour que ha sido un infierno para él. Salió 26s más tarde porque se tropezó al desmontar de su Pinarello antes de subir a la rampa. Des pués pinchó, su mecánico tardó en cambiarle la rueda y cuando lo hizo le empujó con fuerza antes de que hubiera encajado su zapatilla en el pedal. Fuera de sí, el danés se bajó de la bicicleta, la agarró con las dos manos y, con una rabia impotente, la lanzó al prado que rodeaba la carretera. Como si la bicicleta, el mismo modelo que el de Olano y Ullrich, el primero y el segundo de la etapa, tuviera la culpa de su penosa forma.
"Sólo borracho se podría decir que Olano ha citado a Ullrich para el 98". A algunos les salen las cuentas. También Ullrich venció en la última contrarreloj del 96 al maillot amarillo de aquel año, Riis, y acaba de ganar el Tour del 97. Pero Echávarri quiere contener la euforia. Y sin embargo, es difícil, tantos significados tiene la espectacular victoria, casi presentida, de Abraham Olano en la última contrarreloj del Tour. Es el primer triunfo español desde la penúltima etapa -contrarreloj de Induráin en el Lago de Va ssivière- del Tour del 95. La primera victoria del Banesto en una gran vuelta desde entonces. La primera victoria de Olano en un Tour. El encuentro consigo mismo de un hombre que ha demostrado que no ha engañado a nadie.
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