España bate marcas de sequía, calor y frío extremos en el primer semestre
La subida de temperatura del Pacífico anuncia fuertes alteraciones meteorológicas
Más de 20 observatorios españoles han batido marcas históricas de sequía durante la pasada primavera. El de Gijón sólo registró 2 mm de lluvia en todo marzo, un hito desde que se instalaron los pluviómetros. Las temperaturas de ese mes fueron las más altas encontradas en los archivos. En mayo, junio y la mitad de julio, la meteorología ha dado un vuelco copernicano. Ha llovido como nunca, ha nevado y las temperaturas frías han pugnado por acercarse al cero. La atmósfera está loca, profundamente alterada, señalan los meteorólogos. Sin atreverse a establecer una relación directa, dicen, que el aviso lo ha dado la prematura presencia de El Niño, con una subida de 3 grados del agua del Pacífico.
En los países andinos que miran al Pacífico, El Niño ha tocado el timbre. Ha avisado de su presencia. Las aguas del océano subieron un grado en abril; en mayo, dos, tres, y en algunos casos hasta cuatro grados por encima de la temperatura normal.Los primeros en advertirlo han sido los pescadores peruanos; en lugar de pescar merluzas sus redes se han llenado esta. primavera de langostas, habituales de aguas cálidas. Mal augurio. Señal de que El Niño está, cerca y las aguas frías se han desplazado. Su última visita, (1983) causó estragos en Bolivia, Ecuador, Perú y Chile y sequías en Australia. Este año no le va a la zaga. En Perú se han, producido derrumbamientos, por inundaciones con 500 desaparecidos; en Argentina y Bolivia los violentos temporales han destruido vías de comunicación y en Chile se ha decretado el estado de emergencia a lo largo de más de 1.400 kilómetros de su territorio (cerca de 20 muertos, 30.000 damnificados).
"Los ochos modelos que estudian en el mundo el comportamiento del océano, coinciden por unanimidad absoluta en anticipar una fuerte presencia del fenómeno El Niño para noviembre y diciembre", asegura Luis Balairón, jefe del servicio de Análisis e Investigación del Clima del Instituto Nacional de Meteorología (INM).
Lejos de establecer una asociación entre El Niño y las intensas lluvias caídas en centro-europa en las últimas semanas, el hecho es que la alteración del tiempo ha sido una característica dominante en Norteamérica, Europa central y la América andina durante los últimos tres meses. "La anomalía en la circulación atmosférica a escala planteria es una realidad", precisa Balairón. Su reflejo en la península ibérica es patente.
Después de un mes (le febrero seco y caluroso, que rompió con la extraordinaria pluviosidad de diciembre y enero, durante marzo "las temperaturas alcanzaron las cifras más altas de las registradas desde que se realizan observaciones en España", según el INM. El día 21 se alcanzaron 25,6ºC en Santiago de Compostela y el día 18 el aereopuerto de Reus (Tarragona) midió récord, 27,5ºC.
Veintiseis estaciones importantes del Instituto Meteorológico no se mojaron en todo el mes, aunque no es la primera vez que ocurre. Pero resulta inaudito que nada menos que 20 observatorios importantes (los de toda Galicia, Castilla y León, Granada, Girona, Ciudad Real, La Molina y Navacerrada) no registraran una sola gota en 31 días.
Bajo cero en mayo
Pero de un día a otro y cuando le correspondía el turno a la primavera, mayo se estrenó con valores de mercurio extremadamente alterados. A excepción de Levante y la costa sur, ofrecían oscilaciones insólitas: 31,4ºC de temperatura máxima y 3ºC de mínima en Logroño; 33,2º/9,4º en Murcia; 28,8º/ 1ºC en Valladolid; 26,6º/-0,8º en Soria o 31,2º/8,4ºC en Pamplona, pasados los sanfermines. Como colofón de este periodo invernal en vísperas de la canícula veraniega, junio se despedía con nevadas en los sistemas montañosos como Navacerrada, donde los hosteleros locales culpaban a los servicios meteorológicos de espantarles a los clientes. Luego julio hizo su aparición con un despliegue de tormentas -sólo en Madrid llegaron a registrarse un día 1.500 rayos frente a los 20.000 que cayeron en la península- y lluvias excepcionalmente intensas en Palencia, Zamora, Arenas de San Pedro, o Ávila.Para los metorólogos, todo un conjunto de fenómenos completamente anómalos durante un semestre, cuya causa preferirían no ignorar.
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