Un juez indigno

EL JUEZ José Emilio Coronado ha regurgitado un ataque personal de contenido inequívocamente xenófobo contra Ernesto Ekaizer, periodista adjunto a la dirección de EL PAÍS. El lenguaje utilizado en público, con calificativos tales como "sudaca" y "sudaca de los cojones", pone en cuestión por sí mismo la capacidad de Coronado para impartir justicia. Su sonrojante rapto de vanagloria respecto a su ex mujer, "a la que he dejado tirada y jodida", según propia confesión, revela unas ínfulas que no queremos calificar para no caer en la misma lógica que aplica el juez. Las declaraciones de Coronado son una mezcla de caspa zarzuelera y racismo vociferante, pero, en su calidad de juez, este ciudadano deviene un peligro para todos.El periodista estaba cumpliendo su trabajo profesional cuando entrevistó al juez y dio noticia de una demanda por prevaricación contra el magistrado. Está claro que el informador ni presentaba la demanda ni tenía parte en la misma: se limitó a informar con rigor. El juez Coronado, a pesar de su oficio, ha sido incapaz de hacer una distinción tan sencilla como ésa.

El lenguaje retrata a las personas. Hay que preguntarse cómo alguien que emplea expresiones de este jaez a sabiendas de que habla con periodistas -y que, por tanto, sus expresiones van a ser reproducidas- ha podido llegar a ser juez; además de lamentar la desdichada suerte de los justiciables que hayan caído bajo su jurisdicción. Pero puesto que en este caso ha sido el propio juez quien se ha desnudado ante la opinión pública, cabe pedir que el Consejo General del Poder Judicial, que ha abierto diligencias informativas, actúe con rapidez para evitar que alguien como Coronado pueda seguir administrando justicia. Mejor hoy que mañana. Todos somos sudacas.