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TOUR DE FRANCIA 97

Virenque renuncia a ganar el Tour

Ullrich, en dificultades y sin equipo- El Festina, que gana su cuarta etapa con Rous, se niega a dar el golpe de gracia- Escartín y Olano, en el grupo de cabeza

Carlos Arribas

Pánico repentino, se puede decir. Miedo al éxito, también. O eso pareció. Virenque tiene miedo a ganar el Tour. Y no es tan exagerado como parece. Es, en todo caso, la única explicación al mayor error cometido por el enfant terrible del ciclismo francés. Nadie que quiere ganar el Tour deja pasar a su lado, sin cogerla al vuelo, una oportunidad única. Y más, cuando fue el propio Virenque quien la provocó con un ataque tempranero en los Vosgos.O cómo el espectáculo está reñido con la lógica ciclista.La situación se puede definir con cuatro trazos. Cima del Hundsruck (tercer puerto del día, segunda categoría, 5,7 kilómetros al 6,8%). La meta, a 90 kilómetros. Ullrich pasa sin equipo a 31 segundos de un grupo en el que hay tres festinas (Virenque, Rous y Hervé), dos banestos (Jiménez y Olano), y Escartín, Casagrande, Pantani y Julich. Los ocho primeros de la general salvo UlIrich y Rús. Por primera vez en el Tour, el sueno querido se ha alcanzado: Ullrich está aislado en un puerto, da muestras de debilidad -se da golpes en las piernas, duras como tablones-, Virenque, el segundo en la general (6.22m detrás del alemán) tiene a dos compañeros, aún queda otro puerto que franquear (Balón de Alsacia, 6,8 kilómetros al 5,7%), le acompañan los más fuertes de la carrera... ¿Qué más necesita? Ni a Felipe 11 se las ponían mejor. ¿Y qué hace? Terminado el corto descenso, repentinamente Hervé y Rous, los hombres que le han hecho la ascensión, dejan de tirar del grupo. Virenque, corazón de león, siempre derrotado, espera a que haya cerca una cámara de televisión y da comienzo a su representación del siglo. El perenne habitante del maillot de lunares se vuelve a Olano y le invita a pasar a dar relevos; se vuelve a Escartín, y lo mismo; ídem con Pantani. Lo mismo con todos. Nadie lo entiende. Evidentemente, se niegan. El gran beneficiado del día sólo es Virenque. Pantani, a 10. 1 3m de Ullrich, Escartín (a 16.05m ) y Olano (a 16.40) poco podían sacar, salvo la excitación de estar presentes en un momento clave y, llegado el caso, si UlIrich sigue aislado, colaborar en los últimos 50 kilómetros. Y llega el momento cumbre: Virenque ordena enfilar a Hervé y Rous. Se pone tercero del grupo y, de repente, se para. El corte está hecho. El Festina ganará la etapa. Rous, equipier modelo, como Stephens el día anterior, se llevará la mejor recompensa. El estado de euforia le dará alas, y el trabajo de todo el equipo por él. Hervé y Dufaux, detrás, en un grupo en el que iban también Casero y Beltrán, cerrarán la puerta a los perseguidores. Hervé pondrá la traca al espectáculo quedando segundo. Mientras, por detrás, Pantani le dice a Virenque que qué morro, que pide ayuda y manda escaparse a dos. Ullrich enlaza por detrás. Y Virenque renuncia a ganar el Tour.

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Pero quizás todo no sea tan raro. El día del Tourmalet, Olano se quedó cortado y pudo enlazar en el descenso gracias a que los Festina, que llevaban toda su artillería por delante, se pararon en el valle. También, ah, ganaron aquella etapa, con Brochard. El botín final no les resultará escaso: con Rous lograron ayer su cuarta etapa en este Tour; Virenque ganará por cuarta vez la montaña y terminará segundo en la general; serán el equipo recordado como más fuerte... Pero no ganarán el Tour.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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