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Un "souvenir" venenoso

El hombre al que pico un escorpión oculto en el equipaje narra su desventura caribeña

Vacaciones de infarto y souvenir envenenado: un escorpión de unos ocho centímetros de largo, con un aguijón de asustar. Juan Antonio Díez, de 27 años, corredor de seguros y camarero de un discopub en las noches de los fines de semana, se fue a la República Dominicana de vacaciones el pasado día 10 con tres amigos en busca de emocionantes aventuras a orillas del mar Caribe. Y las encontró. Pero fueron aciagas: el primer día allí se torció un tobillo en un escalón y se hizo un esguince. Los médicos dominicanos le querían escayolar, pero él no se dejó porque que ría seguir bañándose y seguir sus vacaciones.

Otro día, este vecino de Brunete navegaba en un catamarán y el sol le abrasó las piernas. Pero el mayor peligro lo pasó en una gasolinera por la noche. Unos ladrones le asaltaron, pistola en mano, para robarle el billete de 100 dólares con el que pretendía pagar el combustible de su coche de alquiler.

"Salí picando rueda de la gasolinera, pero me persiguieron en moto. Pensé que me iban a matar a, tiros", relataba ayer. Cuando tomó tierra en el aeropuerto de Barajas el pasado sábado respiró tranquilo. ''Ya estoy en casa pensó. Sin embargo, su peor aventura le esperaba muy escondida en un rincón de su equipaje.

Al meter la mano en una caja de cartón que traía llena de figuras talladas en madera de cocotero sintió un picotazo fuerte en el dedo índice de la mano derecha. "Como el de una abeja", decía ayer desde su cama del hospital de Getafe.Luego vio un escorpión correr por el fondo de la caja. El pánico no le dejó mirar más.

Con un susto, de muerte le pidió a un tío suyo que le llevara al hospital de, Getafe lo antes posible. "Pensé que moriría en cinco o diez minutos", reconocía ayer. Pero Díez se salvó y ayer mejoraba del efecto del veneno que le inyectó el escorpión.

El desconocimiento de la peligrosidad de la sustancia que corría por las venas de Díez creó Un gran desconcierto en el hospital.

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"Todo el tiempo que estuve esperando me encontraba muy nervioso. Me temblaban las piernas en la sala de urgencias", narró Díez. Una llamada al centro de microbiología de Majadahonda aclaró qué hacer.

Desde allí llegaron palabras de tranquilidad al hospital. "El veneno no es mortal. Sólo produce efectos locales", le dijeron los facultativos a Diez. Entonces se tranquilizó relativamente, porque él se seguía apretando el dedo: "Presionaba con todas mis fuerzas. Lo hice tal y como lo he visto en las películas". Los médicos le aplicaron un antídoto contra el veneno Juan Antonio descansa ahora del tremendo susto que le dio su souvenir imprevisto.

A Díez le escayolaron ayer por la tarde el esguince de tobillo y ahora evoluciona favorablemente del aguijonazo. Espera recuperarse pronto de sus desventuras caribeñas. El escorpión corrió peor suerte. El tío de Díez se enfundó unos guantes de cuero y se puso unas botas militares para capturar. al bicho. Lo metió en un bote. El escorpión, acorralado, se suicidó de un picotazo.

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