Los flujos de inmigrantes apuntalan la caída de la población autóctona en toda Europa
El nuevo padrón español registra un crecimiento del 2,1% sobre los datos de 1991
La mayor parte del aumento de la población europea se produce gracias a la inmigración. Así lo refleja el último estudio sobre demografía de la agencia Eurostat. Las estadísticas dicen que en Europa un 23% de los nacimientos se produce fuera del matrimonio, celebración cada vez menos frecuente y con edad más retrasada. Después y tras Irlanda, los españoles son los que menos se divorcian. La población española sigue aumentando, según atestigua el padrón municipal de 1996 presentado el viernes pasado, que registra un crecimiento del 2,1% respecto a 1991. Casi se rozan los 40 millones.
El escaso crecimiento de la población europea representa algo más de un millón de personas. Tres cuartas partes (unas 800.000) se deben a los flujos migratorios que recibe la UE. Para Juan Antonio Fernández Cordón, experto en demografía del Centro Superior de Investigaciones Científicas, el número de inmigrantes no es significativo, pero cobra importancia debido al bajo nivel de fecundidad que existe en los países de la Unión, según el estudio de Eurostat sobre la evolución de la población europea en los últimos 35 años.La aparición de este estudio coincide con la publicación del nuevo padrón municipal, que registra 39.652.742 español es, un 2,1% más que en 1991. Es la última vez que se hace la renovación quinquenal del padrón. La informática hará posible que su actualización se haga de forma continua a partir de ahora.
Cordón explica que la tasa de inmigrantes es significativa en España, donde representan más de la mitad del crecimiento de la población. Los nativos españoles en 1995 suponen el 0,04% del crecimiento, mientras que el saldo migratorio (diferencias entre emigración e inmigración) fue de 0,12%. El demógrafo Joaquín Leguina advierte que un aumento sin límites de la población de inmigrantes puede resultar negativo "si no se eliminan los componentes ideológicos que algunos grupos sociales quieren ver en este fenómeno".
La tasa de fecundidad de estos grupos humanos procedentes de otras culturas o países tiene un comportamiento demográfico diferente según su origen. Juan Díez Nicolás, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, explica que los provenientes de los países del Este tienen tasas de fecundidad bajas desde antes de la caída del muro porque comparten criterios culturales con los países de la Unión Europea. "Los turcos o argelinos tienen una tradición musulmana que incentiva más la maternidad". En todo caso, Diez Nicolás aclara que los inmigrantes disminuyen su fecundidad a causa de la precariedad económica y movilidad laboral que sufren. El rector de la Universidad Complutense, Rafael Puyol, añade que, independientemente de la cultura de origen, muchos inmigrantes tardan dos generaciones en adaptarse a las costumbres autóctonas de fecundidad.
El paro y el miedo a un futuro inestable son, para Puyol, las causas del escaso número de hijos que tienen los europeos. Fernández Cordón coincide con este juicio y añade que, más que grandes resultados económicos, hacen falta signos de optimismo social que hagan cambiar esta tendencia. Cordón sugiere mayores facilidades crediticias de los bancos para comprar una vivienda.
Los expertos coinciden en rechazar las políticas natalistas como medio de impulsar el crecimiento. "Francia la practica desde hace décadas, sin que sus resultados sean nada claros", constata Díez Nicolás. Para Puyol, "lo que hace falta es impulsar las políticas de ayuda familiar con beneficios fiscales, viviendas baratas y más guarderías".
Menos matrimonios
El estudio de Eurostat refleja que los hijos nacidos fuera del matrimonio ascienden al 23%. Suecia se lleva la palma con un 58% de los nacidos en 1995. En España, el porcentaje superó el 10 en 1991 y desde entonces sigue subiendo. Y es que se celebran menos matrimonios que antes. Lo hacían ocho de cada 1.000 europeos hace 20 años y en 1995 lo hizo el 5, l. Las cifras de la UE coinciden con las de España. El índice de divorcios de 1995 es similar al del año anterior: 1,8 por cada 1.000 habitantes en Europa y 0,8 en España.Los demógrafos afirman que los países europeos convergen en la evolución de sus poblaciones cada vez más. Cordón también anuncia que ciertos criterios tradicionales, como el matrimonio, empiezan a perder utilidad en la ciencia demográfica, para convertirse en un fenómeno sociológico.
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