José Angel Vidal
El 'aguador' gallego que quiere ser como Arsenio González
Benito Urraburu sabe de él porque de qué ciclista no sabe el gran periodista vasco, pero, y que nos perdonen los de Rois y los de Padrón, no nos desmintió que José Ángel Vidal fuera el más anónimo de los ciclistas españoles en el Tour. Y eso que es la tercera vez que participa en la carrera francesa. 0 sea que es un sujeto perdido no porque sea debutante o de un país exótico. A Vidal, de 27 años, casi nadie le conoce porque nunca sale en la tele. Y eso es porque el ciclista gallego es un gregario en estado puro. Uno de esos cuya recompensa es "la satisfacción de que gane la gente del equipo". "y el dinero, claro". Por sino lo sabían, su equipo es el Kelme.Pero no se crean que todos los gregarios hacen lo mismo, no. En el último escalón del ciclismo profesional también hay categorías. En su primer Tour, en 1995, Vidal era pura y duramente un aguador. Cuando los compañeros vaciaban el bidón, bajaba al coche, recogía unos cuantos llenos para volver a subírselos. Todo el día parando y acelerando. Dos años después, ha ascendido. "Ahora es diferente, he ido progresando", dice. "Hay compañeros nuevos que se encargan" del agua. Yo tengo un trabajo más difícil, aunque también oscuro. Ahora me empleo más al final de la etapa, cara al aire con Fernando a rueda. Mi misión es tenerlo lo más adelante posible".
Vidal no se acuerda de su primera victoria -"debió de ser. en infantiles", dice-, pero sí de las de su paisano e ídolo, Jesús Blanco Villar. Tenía 12 años cuando el ciclista más famoso de Rois empezó a ganar con el Teka. "Había mucha tradición, y todos los chavales del pueblo querían ser ciclistas", recuerda. "Mis padres me regalaron una pascual a los 12 o 13 años y me metí más en serio. Primero lo hacía como hobby y luego me dediqué a tiempo entero". No destacó especialmente como aficionado en el Pescanova y sólo pudo encontrar un hueco de profesional en el CHCS, el famoso equipo al que había que pagar por correr y en el que coincidió con Olano, "uno más en aquellos momentos". Después, gracias a un acuerdo de la Xunta con el Kelme pasó a las manos de Álvaro Pino, el director gallego.
Para entonces ya no era el chavalín que soñaba con emular las victorias de Blanco Villar. "Hay que habituarse a lo que hay. Me ha tocado ser trabajador, y en eso estoy". Ahora sus sueños son de otro tipo, porque también la escala de los gregarios tiene sus mitos. "Ya me gustaría llegar a ser como Arsenio [su compañero en el Kelme que tuvo que abandonar por una caída], le admiro mucho. Va muy bien en montaña".
El ciclismo como oficio. Cuando se mira el palmarés de esta gente sólo aparecen líneas en blanco, "Vidal pasa olímpicamente del lucimiento personal", dice Pino. "Hasta cuando se escapa lo hace para trabajar para otros. En el Giro se metió en un corte con Chepe y se puso a tirar como un bruto. Chepe después ganó la etapa, pero todos los compañeros se alegraron por Vidal. Le fueron felicitando de uno en uno".
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