Zülle, sólo una inflamación
, Los primeros llegaron con cara tranquila, aunque alguno no pudo evitar un gesto de alegría. Así hizo Richard Virenque, que echó una carcajada cuando su masajista le contó quién se había quedado cortado. Laurent Jalabert no sonrió cuando subió a su autobús. Simplemente dijo que la carretera era estrecha. Olano pasó veloz a su lado. "No sé, la caída se ha producido justo detrás de mí", dijo. Y también Ullrich, inexpresivo como siempre. Riis entró en su caravana dando un portazo. Escartín se metió enseguida en el coche de Pino. Zülle, rodeado y protegido por. una multitud, no pudo esconder gestos de dolor. "Me duele mucho", dijo señalándose el hombro izquierdo mientras subía a su autocar que inmediatamente salió del aparcamiento rumbo al hotel. Allí le examinó el médico, Nicolás Terrados, que le encontró inflamada la zona de la clavícula izquierda y poco más.
Y con los directores pasó lo mismo. Aunque menos: un cierto sentido del fatalismo se ha instalado en su experiencia. "Las caídas forman parte del Tour. Son una lotería", dijo Echávarri. Mientras, un poco más allá, Pablo Antón, manáger del ONCE, contaba: "Cuando llegamos donde estaba Zülle había encima de él una montaña de ciclistas".
Marino Alonso también contaba: "Ha sido una montonera impresionante. Se han caído delante de mí. Sólo con habilidad he podido frenar. Luego; he cogido la bicicleta y he tenido que llevarla al hombro por la cuneta para poder pasar. Logré enlazar con el segundo grupo, donde iba Riis, y le dije a Unzué por el transmisor que le dijera a Olano que tirara, que Riis se había quedado".
Bastante después llegaba el verdadero símbolo .de la etapa. El francés Guesdon. Andaba con sólo una zapatilla. El pie izquierdo, un vendaje sanguinolento.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.