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Tribuna
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Posmodernidad

Rosa Montero

Increíble pero cierto: ¡los periódicos siguen hablando de Naomi Campbell! Han pasado un porrón de días desde su patatús y durante todos ellos hemos sido inclementemente bombardeados con la noticia, pero hete aquí que llega el fin de semana (anteayer) y, ¡hala!, los diarios denominados serios se largan nuevas dobles páginas del tema, como si hubiera algo más que contar de esa estúpida histeria, digo historia. Entre el sentido tango de González sacrificándose una vez más por todos nosotros y la enésima necedad sobre la Campbell, este fin de semana ha sido muy duro. Sé bien que, los domingos, la prensa procura relajar el ambiente, de modo que resulta muy apañado publicar tontunas. Y, claro, siempre es mucho más fino y refrescante hablar de los avatares de Naomi, pongo por caso, con su negrura de seda y milmillonaria, que de otras criaturas más o menos tostadas que también han estado en este país, como esas inmigrantes de Brasil y. Colombia prostituidas por un jefe de policía de Extremadura, o como el muchacho marroquí asesinado por un ex guardia civil. Por citar tan sólo a unas cuantas personas que no necesitan tomarse ansiolíticos para pasarlo fatal o para morir.

Pero es tal el exceso campbelliano, la fascinación que esa nimiedad provoca, que empiezo a sospechar que detrás de esta historia subyace un mito aborigen, o sea, algún fantasma propio de nuestro pueblo. Supongo, en fin, que, al derrengar de amor a Naomi, el insufrible de Joaquín Cortés está actualizando la vieja fantasía masculina del orgullo viril. Hay que ver cómo nos estamos poniendo los españoles, gorjea envanecido el subconsciente colectivo: somos tan resultones que hemos dejado marimuerta a una de las reinas de la movida mundial. Vamos, que Cortés es como Alfredo Landa, pero en posmoderno.

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