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Reportaje:

La joya de la Corona, en capilla

Hong Kong vive, la última semana de dominación británica antes de regresar, tras siglo y medio, a las manos de China

ENVIADO ESPECIALLas notas de la nostálgica Blue velvet que salen de la trompeta de un joven occidental en uno de los muelles de la isla le dejan indiferente a un maduro conductor de rickshaws, los carritos precursores de los taxis en Asia. Tampoco prestan mayor atención las gentes que van y vienen a paso rápido soportando un calor húmedo asfixiante, ni sus rostros reflejan nada que denote que el gran momento está por llegar. Hong Kong entra en capilla, en su última semana antes de que, en la medianoche del próximo día 30, regrese a la soberanía de la República Popular China después de 156 años de un benigno colonialismo británico.

Testigos de excepción serán 4.000 dignatarios nacionales y extranjeros, invitados a la gran cena de gala, amén de los más de 6.000 periodistas acreditados venidos de todo el mundo, 600 de la propia China continental, repartidos en carísimos hoteles. En el histórico hotel Península se paga a 90.000 pesetas la noche, y en el exclusivo Mandarín 60.000 si se tiene buena amistad con la dirección.El último reducto occidental en Asia, a excepción de Macao -que Portugal entregará a finales de1999-, está en vísperas de pasar de nuevo a manos de la China roja, poniéndose punto final, como enfatizan puntillosamente las autoridades de Pekín, a siglo y medio de "humillación" después de la derrota del Imperio del Centro en la Guerra del Opio (1840-1842). "Entregamos una verdadera joya", acaba de declarar en Londres la ex primera ministra Margaret Thatcher, artífice en 1984 con el recientemente desaparecido líder chino Deng Xiaoping del acuerdo para la devolución de una superficie de apenas 1.100 kilómetros, en la que viven cada vez más hacinadas cerca de seis millones y medio, de personas -más del 95% chinos-, una cifra que se prevé ascienda a ocho millones en el año, 2011.La colonia se integra en la República Popular mediante una fórmula inédita hasta ahora en los manuales políticos, sugerida por Deng de forma pragmática durante el proceso de negociaciones a Thatcher: "Un país, dos sistemas". El capitalismo continuará durante, al menos, otros 50 años en Hong Kong y la nueva Región Administrativa Especial tendrá independencia si se exceptúan Defensa y Exteriores, conservando su propia moneda, su presupuesto fiscal y sus reservas; y dispondrá de un jefe del Ejecutivo, el multimillonario naviero prochino Tung Chee-hwa, un órgano legislativo propio y una magistratura asimismo autónoma. Sin embargo, el camino estará lleno de dificultades, como reconoce la hasta ahora diputada Christine Loh, líder del pequeño Partido de los Ciudadanos. Se teme que la sombra de Pekín esté siempre presente.

China, que atraviesa un periodo de fuerte exaltación nacionalista con el fenómeno descolonizador y el auge económico, no se detiene aquí. El nuevo hombre fuerte, su presidente y secretario general del Partido Comunista, Jiang Zemin, es claro al respecto: "Es el primer paso en nuestra larga marcha". Jiang vendrá a Hong Kong junto con el primer ministro, el controvertido Li Peng, por su papel en los sangrientos sucesos de Tiananmen en 1987 , para asistir a la ceremonia de entrega. Sus compatriotas tendrán que contentarse con seguirla por televisión, y una parte de los habitantes de Pekín lo celebrará en directo en los actos que el Gobierno prepara cuidadosamente y bajo estricto control en la misma plaza de Tiananmen y en el Estadio de los Trabajadores.La baronesa Thatcher, que asistirá a los fastos del epílogo imperial junto al príncipe de Gales y el nuevo primer ministro, Tony Blair, tiene razón cuando destaca el gran valor de esta perla. Hong Kong, que tiene régimen de puerto franco y goza de un sistema fiscal nada hostil,está considerada la séptima economía del mundo: más del 80% dedicada a servicios; la segunda en Asia después de Japón, con una renta per cápita prevista para este año de 26.600 dólares, superior a la de la mayoría de los países europeos un crecimiento sostenido durante el último decenio de casi el 6%; un monto de reservas de divisas de 65.000 millones de dólares; una inflación controlada; un paro escaso y con un sofisticado sistema legal y financiero. China continental es el primer socio comercial, por encima de Japón y Estados Unidos, y representa más del 35% del comercio total de la colonia. La República Popular es, además, el segundo mayor inversor en Hong Kong. Este, a su vez, es el primero en el continente, con el 60% del total de las inversiones extranjeras en territorio chino.

Nubarrones en la 'noche mágica'

Las fechas últimas previas al traspaso de soberanía registran episodios inquietantes y anuncios de actos de protesta durante la noche mágica. Un general de la avanzadilla de 200 soldados del Ejército Popular de Liberación (EPL), que se halla en la colonia desde finales de abril, protagonizó el martes un incidente diplomático en la frontera al negarse a entregar su documentación a los guardias cuando regresaba de la vecina Shenzen, al otro lado del confín. Unos y otros han tratado de quitar hierro con el argumento de que se trató de un problema de idioma, al hablar los agentes aduaneros cantonés y el jefe militar mandarín.Sin embargo, no pocos políticos locales lo han interpretado como una ominosa señal de prepotencia de lo que se avecina. El Gobierno chino insiste ahora en que quiere que gran parte de su contingente militar -oficialmente la cifra total de soldados chinos que serán desplegados en Hong Kong no se ha anunciado aun cuando se habla de 5.000- cruce la frontera en la tarde del día 30, en violación de los acuerdos que no contemplan el traspaso de poder hasta las 0.00 horas del 1 de julio. Hay peleas también sobre quién llenará los últimos dos o tres minutos previos a la entrega.

Entretanto, quien sí tiene garantizada una importante cuota de protagonismo durante esa noche es el abogado Martin Lee, líder del Partido Democrático, la principal fuerza dentro de la Asamblea Legislativa (Legco, en sus siglas en inglés), quien ha anunciado que él y el resto de los legisladores de su formación (26 de un total de 60 diputados) tienen previsto entrar en la sede del Parlamento y leer desde el balcón un manifiesto de protesta por la disolución arbitraria del actual Legislativo -elegido en una tercera parte por sufragio universal en 1995- y su sustitución por otro elegido indirectamente bajo la guía de Pekín.

"No tenemos intención de provocar un desorden público, en crear violencia. Somos un grupo pacífico". Para entonces, los miembros del nuevo Parlamento habrán ya jurado su cargo en un acto en el centro de convenciones y al cual el Reino Unido y EE UU han hecho saber que no asistirán. El resto de los países europeos no tienen intención de seguir el ejemplo, para "no irritar a China", en palabras de un diplomático.

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