La noche de los cuchillos largos
Seis horas de agónico debate en la cumbre de Amsterdam fraguaron el fiasco de la reforma de Maastricht
La cumbre de Amsterdam de la Unión Europea (UE) fracasó el martes en el envite capital de la reforma del Tratado de Maastricht: aplazó el capítulo institucional, el reparto de votos en el Consejo y de comisarios en la Comisión. Fueron seis horas agónicas, una verdadera noche de los cuchillos largos -como había pronosticado el alemán Klaus Kinkel- con paralización incluida a cargo de España. Esta es la reconstrucción del debate.Martes, 21.00. Casi todo el Tratado de Amsterdam esta ya consensuado. La fatiga se dibuja en los rostros de los jefes de Estado o de Gobierno de la UE. El canciller alemán, Helmut Kohl, ya ha advertido su deseo de "acabar, como tarde, a medianoche". Tras decidir un aumento de los poderes del Parlamento Europeo, un refrigerio calvinista abre paso en la sede del Banco Central de los Países Bajos, junto al Amstel, a la discusión final, el reparto de las cuotas de poder en la Comisión y el Consejo.La noche se augura tormentosa. En la cena informal del lunes ya hubo desacuerdo. Los grandes exigían aumentar sus votos en el Consejo (la reponderación), para blindarse ante la futura invasión de pequeños procedentes del Este, aunque admitían ceder uno de los dos miembros de que disponen en la Comisión. Los pequeños sólo admitían que cada votación quedase respaldada por la doble mayoría: de Estados y de población.El presidente, el holandés Wim Kok, defiende ahora esa fórmula, "menos penosa" ante la opinión pública de los pequeños, que no, sentiría así el agravio de ver aumentar el abismo de votos entre unos y otros. Pide el acuerdo "hoy, y no más tarde". Lo sazona con la pérdida del segundo comisario de los grandes, a los que se compensará con más votos, para hacer hueco a los nuevos socios y pon la promesa de una reforma general desde que la UE agrupe a 21 Estados miembros. Pide que todos se mojen.Cuajan dos bloques. Por la reponderación, tres grandes: España, Francia y Reino Unido, acompañados de Finlandia y Holanda. Por la doble mayoría, todos los demás, capitaneados por el belga Jean-Luc Dehaene, que sólo acepta esa fórmula. El grupo de los grandes se resquebraja: Kohl, seguro de su poder, aceptaría cualquier opción, el italiano Romano Prodi se ha pasado al campo de los pitufos. Francia milita muy fuerte contra la "doble mayoría", porque ésta evidenciaría la diferencia de su peso demográfico con Alemania. El español José María Aznar recuerda que es un problema "pendiente desde la última ampliación", la nórdica, y sugiere que se mantenga el compromiso de Ioanina, que establece la posibilidad de un semibloqueo a medio camino de las minorías de bloqueo correspondientes a UE de doce o de quince.
Es "insostenible" que los Estados más poblados "puedan ser minorizados y encima pierdan un comisario", protesta el británico Tony Blair. Replica Kok que fue Francia quien pretendió reducir la Comisión: "Los pequeños podrían vivir con 30 comisarios". "Sería inmanejable", duplica Lionel Jospin, apoyando a Blair. Kok llama a la responsabilidad. Estamos en el punto "vital" de la reforma, el Consejo Europeo no puede permitirse "ni un fracaso ni un aplazamiento de la decisión hasta la futura ampliación". Pide generosidad a los grandes.Blair permanece en sus trece: la doble mayoría es "completamente insatisfactoria". Aznar reitera que "la obligación de reponderar viene de lejos", de loanina. El sueco Goran Persson dice creer eficaz una Comisión con más de 20 miembros. El presidente de la Comisión, Jacques Santer, apoya un compromiso:reponderar y doble mayoría.Kok lo retorna: que los grandes- grandes tengan 25 votos; el mediano-grande, España, 21, en lugar de los 20 que le ofrecía; y Luxemburgo pase de tres a cuatro.Holanda regala a España uno desus votos. Dehaene, categórico jefe de filas de los pequeños, se niega a reponderar. Le apoya Prodi. Aznar también se niega, le sabe a poco un voto más.
"No tiene sentido continuar este debate", sentencia, pesaroso,Kok, porque hay un abismo entre los de la doble mayoría y los de la reponderación, y mis "ajustes" no se aceptan. "Aplacemos la decisión". "Ésta es una situación imposible", brama Kohl. "Hay que presentar algún acuerdo ante la opinión.", aunque sea mí nimo, y "lo necesitamos para empezar la ampliación dentro de seis meses".Le apoyan Blair, Chirac y Dehaene. Kok formula el pacto en tres puntos: reforzar el papel del presidente de la Comisión; un solo comisario por país tras la primera ampliación; y en ese momento reconsiderar otra vez los votos, adoptando bien la reponderación,bien la doble mayoría. Pide el consenso sobre este apaño. Nadie habla en contra, aunque Blair solicita ver el texto cuando esté listo. Los Quince pasan a debatir otro asunto, la flexibilidad. Es medianoche. Lo que ya es seguro es que el gran envite de Amsterdam, la reforma institucional, ha capotado.
Parece que con esta fórmula de aplazamiento se ha sorteado la división. Los portavoces de la presidencia y del canciller dan por bueno el acuerdo. Lo comunican a la prensa. Impresión que se demostrará falsa. En tomo a la una de la madrugada, vuelven a la carga, esta vez ya sobre un texto.
Problema: la cesión de los grandes se recoge claramente (de dos comisarios a uno), pero la "compensación" no queda concretada. Kohl, seguro de sí, acepta. Le sigue Blair, quizá porque en el resto de asuntos (limitaciones a la política de defensa y a la libre circulación de personas) ya llevó el agua a su molino. Contra todo pronóstico, ¡Francia también le sigue! Aznar duda. Se quedó sin aliados y el texto está en inglés. Consulta. Duda otra vez. Consulta. Frío, decide: es inaceptable, ni siquiera menciona a Ionanina, ni el problema del medio-grande, España. Saca el canon Berta. Amenaza con verse "obligado" a bloquear toda la reforma. El fracaso (aplazamiento) corre el riesgo de convertirse en colapso (ausencia de conclusión). Sudor frío.Receso en la antesala. Bebidas. Kohl aborda a Aznar: "¿Por qué no aceptas?, ¡es sólo un aplazamiento!". "Pero me reducen ya los dos comisarios a uno y no queda claro el número de mis votos en el Consejo", responde el español. Se agolpan otros. Kohl, Aznar y Blair se escapan a una salita, con sus técnicos. Se les une Kok. Barajan mil fórmulas durante cuarenta minutos. Al final surge una declaración, que recupera loanina y propugna un trato "específico" del caso español. Vuelven a la sala. La leen. Protestan los italianos: "No vemos que Ioanina hable de un caso español". Pero es tarde. Todos han cenado mal. La protesta se desvanece. Se acepta la declaración. Son las tres y media pasadas. Para unos, "España se ha hecho respetar". Para otros, "pagará ese órdago". Aznar sale el último, prende un habano. Camina, con aire flamenco. Está crecido. "¡Qué cabrones, nos querían quitar un comisario!", murmura a su gente. Amanece, entre nubes.
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