El tribunal del bingo.
Una sala de juego recurre contra la Comunidad de Madrid por obligarle a pagar a una clienta un premio de cuatro millones
En el bingo Alcobendas (una ciudad de 82.000 habitantes al norte de Madrid) hay un premio de 24.317 pesetas guardado en un sobre desde enero de 1996 a nombre de una clienta que se negó a recogerlo. La afortunada reclama al bingo un premio mucho mayor, correspondiente al bingazo, una jugada rápida premiada en las salas de juego de la Comunidad con un bote de hasta cuatro millones de pesetas. La reclamación de la cliente ha seguido un proceloso trámite administrativo. La jugada de la polémica tiene distintas versiones. Según la Consejería de Hacienda de la Comunidad de Madrid, que tiene des de hace dos años las competencias sobre el juego, la reclamante pudo cantar el bingo en voz baja y nadie de la sala la atendió. Cuando sus compañeros de mesa la ayudaron en el grito ya era tarde, pues la bola cantada en ese momento era la número 43 (hay 90 en el bombo) y el premio por la jugada rápida se había esfumado (sólo se adjudicaba al cliente que consiguiera tachar las 15 casillas de su cartón antes de cantadas 42 bolas). Entre bola y bola hay un segundo y medio de silencio.
La Comunidad atendió el recurso de la cliente del bingo, y el 9 de enero de 1997, el director general de Tributos, Enrique Osorio, dictó una resolución favorable a la recurrente, en la que obligaba a la sala de Alcobendas a pagar los cuatro millones de pesetas. Antes de dictar esa resolución, la Consejería de Hacienda llamó a los testigos de aquella jugada. La clienta que cantó el bingo firmó en el libro de reclamaciones de la sala, y junto a ella, los jugadores que la acompañaban en ese momento.La Consejería de Hacienda citó a los jugadores para que dieran su versión y a la empresa propietaria del bingo. Pero los empresarios, según Osorio, no acudieron.Cuando se dictó la resolución, el bingo Alcobendas recurrió ante el consejero de Hacienda, Antonio Beteta, por entender que había defectos de forma en todo el procedimiento, ya que no se había dado audiencia a todas las partes en conflicto. Hacienda rechazó a algunos testigos que intentó presentar el propietario del bingo, ya que no se podía acreditar que esas personas estuvieran presentes en la sala durante la polémica jugada.
Beteta acabó confirmando la resolución de su director general de Tributos el 4 de marzo de 1997. El bingo Alcobendas sigue sin pagar los cuatro millones a su clienta. Y ha presentado un recurso contencioso-administrativo ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid contra la resolución de la Consejería de Hacienda.
El director general de Tributos asegura que, para que la clienta pudiera cobrar los cuatro millones, tendrían que sacarlos de la caja de la Consejería de Hacienda donde se guardan los avales que todos los bingos están obligados a depositar. "En cualquier caso, estaremos a lo que dispongan los tribunales de justicia", explica Osorio. El bingo Alcobendas tiene depositados en Hacienda 13 millones.
Para el responsable de la sala, Miguel Juncal, el asunto es claro y lo dicta un reglamento: "Hay que cantar el bingo dentro de la bola tope, y la cliente lo hizo una bola más tarde [aunque tuviera con anterioridad los 15 números]. Las normas son ésas y hay que cumplirlas, aunque a veces, como ocuiré ahora, hayamos perdido un cliente".
Para el empresario, los hechos ocurrieron de la siguiente manera: "Salió la bola con el premio, el encargado de cantar los números por el micrófono se detuvo. Preguntó, ¿hay algún bingo en la sala? Nadie respondió. A través del ordenador se podía ver que en la sala había un premio, pero nadie salió y se pasó a la siguiente bola. Fue entonces cuando, en una de las mesas varias personas gritaron y cantaron el premio del bote. Ya era tarde". Juncal añade que nunca se ha negado a pagar los premios: "De hecho, ya llevamos repartidos 28 millones en botes. A mí me da igual pagárselo a esta señora que a otro cliente, pero no es la Comunidad de Madrid la encargada de dictar sentencia".
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