Con la música a otra parte
El cierre anunciado de La Nave deja a más de 200 músicos sin local de ensayos
El aviso de cierre llegó con las fiestas de San Isidro: los 200 músicos que ensayan en La Nave (1.500 metros cuadrados repartidos en 32 salas de ensayo, un auditorio, dos estudios de grabación, bar y restaurante), recibieron entonces la triste noticia: a partir de finales de junio tendrán que buscar otro lugar donde ensayar. Así comenzó el fin de uno de los lugares más célebres y emblemáticos de la música madrileña y donde han ensayado o grabado discos y maquetas desde Miguel Ríos a Rosana, pasando por Aute, Canaman, Esclarecidos, Marta Sánchez, Los Secretos, Christina Rosenvinge, Hilario Camacho, Luz Casal o Miguel Bosé. Se cumplen ahora 10 años de su apertura, y en este tiempo se ha convertido en algo más que el típico lugar lleno de cuartitos insonorizados donde afinar las guitarras y probar las canciones. Para los músicos, La Nave es, sobre todo, un punto de encuentro no sólo para ensayar o escuchar en directo a otros grupos, sino también para compartir inquietudes, grabar, buscar en la bolsa de trabajo, iniciar nuevas relaciones para formar otras bandas o incluso comer, cenar y tomar copas."Empezamos un grupo de jóvenes en el año 1987 para ofrecer un espacio a los músicos que entonces no existía", afirma Mabel Huerta, su directora. "La intención era dar más servicios que los de mero local de ensayo. En estos diez años los músicos nos han hecho saber que no íbamos mal encaminados, siempre han alabado nuestro trato personalizado y familiar. Más que ofrecerles un precio -de 20.000 a 100.000 pesetas al mes, según tamaño de sala o si se alquila en exclusiva o por turnos-, nos adaptábamos al presupuesto que traían".Esta muerte anunciada de La Nave entristece a buena parte del colectivo de músicos, y así lo manifiesta Cristina Rosenvinge, que prepara allí sus recitales y que seguirá hasta el último día: "Me parece horrible, este país adolece de la falta de un circuito inicial para los músicos. Para que los grupos avancen, es necesario que locales como éste avancen". Este triste destino sólo responde a un problema contractual. La directora es tajante: "Alquilamos el local en el 87 con un contrato para diez años. En plena ley Boyer y con el boom inmobiliario, cogerlo por ese tiempo fue casi un chollo. Nos ha costado mucho esfuerzo y lo hemos pagado caro. Ahora nos saldría más económico"."Siempre confiamos en que iba a haber algún acuerdo de renovación", continúa Huerta, "incluso el Ayuntamiento y la Comunidad nos apoyaron, pero no nos hemos arreglado con los propietarios, y menos desde que el nuevo Plan de Urbanismo permite construir viviendas aquí".
El cantautor Hilario Camacho acaba de estrenar su disco En concierto, grabado en el auditorio de La Nave, y no oculta su preocupa ción por el cierre: "Me da mucha pena, porque es un sitio que con los años ha adquirido mucho carisma. Es el primer y único local polivalente para los músicos, y además me encantaba su nombre, que, aunque tenga un origen industrial, me sugería la idea de estar todos embarcados en una misma aventura".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.