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Guerrero conduce al Athletic a Europa

El Athletic alcanzó un lugar en Europa en un partido gris, visceral y, como era previsible, agónico Un ejercicio personal de Guerrero, en su única aparición sobre el terreno de juego, le puso lustre continental a un centenario que estaba a expensas del primer objetivo.Abrumado por la presión, el Athletic accedió al partido por la puerta de servicio. Se introdujo en el jardín de su propia casa de puntillas, pidiendo permiso para atravesar la muralla de invitados deportivistas que sólo aspiraban a permanecer sobre el césped con dignidad técnica y apariencia individual. A partir de ahí, durante toda la primera mitad se equivocó la paloma. Creyó que Ziganda era Urzaiz, y se equivocaba. Se equivocó buscando más la expulsión de Nando que a Joseba Etxeberría, mientras el más capacitado, Lizarazu, tenía tiempo en su banda de meditar el futuro y la oferta del Bayern Múnich. Se equivocaba Carlos García cada vez que maltrataba el balón empeñado en airear las bandas a beneficio de los laterales deportivistas.

Tanta equivocación de rumbo, de pensamiento, sólo produjo un par de asomos rojiblancos al área del sonriente Songo'o, fruto de los rebotes o de la tómbola de un pase a ciegas. Etxeberria cruzó un balón para lucimiento del guardameta camerunés y la defensa deportivista fabricó una ocasión en un saque de esquina. El Deportivo, ni motivado ni desmotivado, sino todo lo contrario, se limitó a diseñar un partido gris, destructivo, esforzado, en la única confianza de que Manjarín sorprendiera por velocidad a la defensa rojiblanca.

Harto de confusión, Luis Fernández decidió apelar al apasionamiento habitual: desarmó el centro de¡ campo e introdujo a Urzaiz para evitar el control del Deportivo en su zona defensiva aun a costa de desequilibrar la parcela central. El cambio sólo alteró el pulso anímico del Athletic, aunque Helder y Donato camparan a sus anchas. Pero la actitud del técnico dinamizó al equipo por encima de sus posibilidades. El Athletic encontró la vía visceral, pero la resolución tuvo todos los ingredientes de lo artístico.

Julen Guerrero, descentrado durante todo el encuentro, tiró de libreto, robó el balón con inteligencia, se escoró lo suficiente para divisar el segundo palo y superó la estirada de Songo'o. Fue un gol pletórico, un ejercicio de precisión en un partido impreciso, una reivindicación europea.

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