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20 años de economía en democracia

Joaquín Estefanía

Si se repasan los hitos económicos de estos 20 años de democracia, se advertirá una clara continuidad. En 1977, UCD sacó a nuestro país de una recesión muy profunda (la crisis del petróleo), con una estrategia finalista de diluir el aislamiento internacional. En 1982, el PSOE inició su largo mandato con medidas de saneamiento y reforma muy parecidas a las de los Pactos de la Moncloa, con el objeto de preparar a los ciudadanos para la entrada en la Comunidad Económica Europea (que se consiguió en 1985). Desde 1996, el PP ha ahondado en la misma línea, tratando de situar a España entre los países fundadores del euro el 1 de enero de 1999 mediante el cumplimiento de los criterios de convergencia fijados en el Tratado de Maastricht.Poco después de las primeras elecciones generales se firmaban los Pactos de la Moncloa (octubre de 1977). El tardofranquismo se había creído en condiciones de dar una salida autónoma a la crisis de 1973, y había fracasado. En octubre de ese año, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ordenó el embargo parcial de sus suministros de crudos y el alza general de precios, que se multiplicaron por cuatro. Pero la crisis no fue solamente energética, sino monetaria: Nixon liquidó las normas vigentes del Sistema Monetario Internacional, suspendió la paridad entre el dólar y el oro y los tipos de cambio fijos. En definitiva, el presidente nortemericano acababa con los acuerdos de Bretton Woods, con los que los principales países se dotaron en el año 1944 para actuar en los mercados monetarios, que devinieron en más volátiles y especulativos.

Mientras los países de nuestro entorno iniciaban rápidamente un ajuste y se apretaban el cinturón, España entraba en una fase de estanflación (estancamiento económico e inflación alta), con descenso de los beneficios empresariales, aumento del déficit exterior, del paro y de los precios, frenazo a la inversión privada, disminución del crecimiento y, al mismo tiempo, fuertes subidas salariales, lo que era incongruente. Los acuerdos de La Moncloa cambiaron esta tendencia e iniciaron una senda de rigor, de liberalización de la economía y de homologación con los países europeos.

Fuentes Quintana, el primer vicepresidente económico de la democracia, se ha interrogado reiteradamente sobre las cuestiones que desde entonces (eliminando los aspectos puntuales) nos han acompañado: ¿cómo afianzar la vida económica de una sociedad que había ignorado la pavorosa crisis energética que había cambiado hábitos y comportamientos en todos los países occidentales menos el nuestro? ¿Cómo construir una democracia estable sobre una estructura productiva heredada del pasado e irremediablemente dañada en muchos de sus sectores industriales por la crisis, y que había que reconvertir? En definitiva, ¿cómo edificar una sociedad democrática avanzada con un sistema económico que poco tenía que ver con la economía social de mercado que regía en todos los países occidentales?

Un lustro después, los socialistas -olvidando el programa electoral de expansión de la demanda con el que habían ganado los comicios- perseveraban en una política económica de integración en la UE, y más adelante firmaban el Tratado de la Unión con el que lograr la moneda única. Ahora, los conservadores prosiguen la tendencia con fortaleza. En este periodo de dos décadas, la inflación ha pasado del 26% (42% en los meses centrales de 1977) al 1,5%; el desempleo ha llegado al 21,47% del primer trimestre de este año, desde un escaso 5%.

La economía española ha acompañado con coherencia a la democracia. Nuestro país ha dejado para siempre la autarquía y compite en una coyuntura globalizarla. Son otros tiempos.

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