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El miedo al 2000 en informática y comunicaciones

Científicos y técnicos discrepan sobre el alcance del cambio de fecha en los ordenadores

Las primeras voces de alarma surgieron hace ya anos, pero la creciente proximidad de la fecha no ha apagado por ahora la discusión sobre si el cambio del primer dígito en los años, de 1 a 2, con la llegada del año 2000 constituirá una hecatombe informática y electrónica o para entonces habrán quedado hechos todos los arreglos que impidan grandes desajustes. El problema, más de escala que puramente técnico, se une al que plantea el que el año 2000 es bisiesto y al que planteará la introducción del euro por las mismas fechas. Esté o no exagerándose el problema, nadie niega ya su existencia.El origen de este "tiro en el pie" que el hombre informático se hizo a sí mismo en su infancia estuvo en la necesidad de ahorrar espacio de programación, lo que le llevó a programar fechas con sólo dos dígitos para el año en vez de los cuatro adecuados. Pero además de la fecha incompleta en los programas hay problemas con los relojes internos de los equipos y los programas operativos y con los chips que inundan todo tipo de productos, desde los ascensores a los automóviles.

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Recientemente, el departamento informático de un banco británico hizo su propio experimento, en un ambiente controlado, adelantando los relojes de sus ordenadores hasta la fecha fatídica. Resultado: las cuentas estaban equivocadas porque el ordenador -creyéndose en una fecha anterior y no posterior a la actual- aplicaba los chelines y peniques antiguos en vez de los decimales vigentes. Ejemplos de estos se pueden imaginar por centenares y eso es lo que están haciendo los numerosos consultores y empresas de informática que han empezado a trabajar con sus clientes para evitar problemas.

En investigación, el problema es el mismo que en los sectores que utilizan masivamente ordenadores, como la banca y las compañías de seguros, en cuanto a los aspectos burocráticos. Sin embargo, según la revista Nature, parece ser un problema menor en los programas utilizados para cálculos científicos, porque los lenguajes son distintos y en ellos las fechas no van representadas por dos dígitos sino con 32 o 64 bits. Tanto el CERN como la NASA, por poner dos ejemplos de grandes organizaciones científicas, han empezado ya a revisar todos sus programas y no prevén grandes problemas sus aplicaciones críticas, como los análisis de choques entre partículas o el calendario segundo a segundo de sus misiones espaciales.

También se están revisando los protocolos internos de Internet para averiguar lo susceptible que es la red a este cambio de la primera cifra en el año, sin que se hayan detectado grandes problemas. Y se ha alertado ya sobre la influencia del 2000 en redes globales de telecomunicaciones o en el sistema de posicionamiento global (GPS).

"No es un problema técnico, es sencillo, pero hay que abordarlo", explica Pedro Martín, director técnico de Centrisa. Además del cambio de dos a cuatro cifras en todo lo que representa años, hay empresas que están ofertando soluciones intermedias, "que no son buenas pero que se están adoptando", en opinión de Martín. Una es restar 50 a todos los años, solución temporal y que hay que tener en cuenta en todos los cambios futuros.

"A medida que se acerca la fe

cha del 2000 el problema no es más grave sino menos grave, porque ya va habiendo muchas aplicaciones arregladas o en proceso de arreglo. Lo que pasa es que es ahora cuando el tema está llegando al gran público", señala Maite González MacDowell, encargada del tema en IBM España. "Todas las empresas que trabajan con fechas futuras han cambiado ya sus aplicaciones".

Ambos expertos subrayan que lo importante es hacer cuanto antes el diagnóstico del problema en cada empresa u organismo para saber cuanto tiempo tiene cada uno de ellos para arreglarlo. En los cálculos hechos por IBM, por ejemplo, sobre una muestra de 12.000 programas multicliente se detectarían 100 programas afectados, con 4.300 líneas de código a cambiar, es decir, un esfuerzo considerable, equivalente al trabajo de dos personas/ año.

Hay otros aspectos, como se subraya en la proposición no de ley sobre el efecto 2000 que ha presentado en el Parlamento español el grupo socialista: "Las implicaciones legales del efecto 2000 son enormemente complejas. Las compañías o las administraciones que no hayan resuelto un problema conocido podrían ser acusadas de negligencia y verse obligadas a pagar a clientes y usuarios por daños ocasionados (cuentas bancarias, pensiones o salarios).... Pero también, especialmente en el caso de las grandes empresas, será necesario que éstas acrediten fehacientemente haber tomado las medidas para combatir el efecto 2000, ya que ello podría influir decisivamente en aspectos como su cotización o la suscripción de primas de seguros"

En cuanto al euro, el mayor problema es que se vuelve a introducir la moneda fraccionarla, los céntimos, que se habían desterrado del sistema bancario español. La fecha fatídica límite en este caso será la del 1 de enero de 2002, pero algunas empresas están ya enfocando los dos problemas al mismo tiempo.

Al final, la impresión, que subrayan los expertos consultados, es mixta. El problema existe, puede surgir en muchos rincones de los ordenadores y no se puede ignorar. Arreglarlo cuesta dinero pero es inevitable gastárselo.

Se está así reactivando el mercado informático y se presentan buenos tiempos para la renovación de programas y equipos y para los profesionales -cada vez más- que se dedican al que ya se conoce como fallo (bug) del milenio.

El mensaje de los expertos informáticos es que el problema existe y debe ser tenido en cuenta. Y también que es perfectamente tratable, aunque implique revisar incontables líneas de programas o cambiarlos preventivamente. De esta forma no estallará la bomba del 2000, sino que se irá apagando progresivamente hasta quedarse en un pequeño chisporroteo, aunque es seguro que el 31 de diciembre de 1999 todavía serán muchos los informáticos y también los científicos que mantengan cruzados los dedos o se encomienden a su santo favorito.

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