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Los felipistas afirman que la ejecutiva del PSOE sólo será compacta sin Guerra

Anabel Díez

Las razones por las que Alfonso Guerra será excluido de la nueva dirección del PSOE que saldrá del 34º congreso federal empiezan a rodar a dos semanas de la cita. Los dirigentes actuales, conocidos como felipistas, se retrotraen a la asamblea de hace tres años -"la fractura se cerró en falso", aducen- para justificar la salida del vicesecretario general en aras de la consecución de una ejecutiva compacta. El problema que se les plantea es cómo escenificar la marcha de Guerra sin traumas y sin que se dañe su dignidad, ya que desean que siga desempeñando un papel relevante, aunque todavía no hayan determinado cuál. Mientras tanto, los guerristas se preguntan con resignación: "¿Por qué?".

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"Yo no soy guerrista, sino socialista", asegura el vicesecretario general

En Malmoe, Suecia, donde ayer se clausuró el congreso del Partido de los Socialistas Europeos (PSE), no sólo se habló de las cuestiones globales, sino que también se abordaron las propias del socialismo español."El congreso del PSOE debe elegir una dirección que demuestre nuevas energías y que dé la impresión de agilidad e ilusión que aquí se ha visto en Tony Blair [el nuevo primer ministro británico tras vencer en las urnas al conservador John Major]", comentó ayer Joaquín Almunia, portavoz parlamentario del partido y miembro de la delegación que se ha desplazado a Suecia.

Sin embargo, a la hora de dar nombres, Almunia aseguró que no tiene idea alguna de qué puede pasar y sólo se atrevió a considerar "fijos" en la ejecutiva a Ramón Rubial, Felipe González, Cipriá Ciscar y Raimon Obiols.

Aunque Almunia no quiso emitir opinión alguna sobre Alfonso Guerra, otros compañeros de la actual dirección, y que seguirán en la próxima con seguridad, reconocen que el portavoz lleva mucho tiempo trabajando para que salga del congreso una nueva ejecutiva "homogénea".

Estos dirigentes comentan sin ambages que durante los tres últimos años la dirección surgida de la anterior asamblea no ha trabajado de manera compacta. Es decir, revelan ahora que la misma desconfianza que tenían un minuto después de que Guerra fuera reelegido vicesecretario general se mantiene 36 meses después.

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"No se puede soldar sobre lo soldado" y "la fractura sigue", indica uno de estos interlocutores, que sintetiza el pensamiento de buena parte de los líderes regionales del PSOE. Ante la pregunta de que no parece que Guerra plantee batallas internas, algunos responden que, ciertamente, puede hacerse creer que la rotura no existe y que es peor para la organización asumir el coste de propiciar la salida de Guerra. No obstante, añaden inmediatamente que esta posición es minoritaria y que la mayoría piensa que no debe repetirse la mala solución anterior.

Un nuevo papel

Todas estas consideraciones van acompañadas de juicios respecto a que Guerra, una figura indiscutible del socialismo, siempre será respetado y que en el futuro puede jugar en el partido el papel que quiera, aunque siempre fuera de la dirección.

Mientras tanto, los guerristas, a sabiendas de que el pulso numérico lo tienen perdido, se preguntan una y otra vez por qué el número dos tiene que salir de la dirección.

Su punto de vista político les hace decir que Guerra tiene una representación en el partido, aunque admiten que minoritaria, y en la sociedad. La suma de lo que Guerra representa más otras muchas sumas dan como resultado, alegan, el amplio espectro al que, en definitiva, quiere representar el PSOE.

No obstante, la perspectiva de los partidarios de Guerra no parece que esté calando entre los responsables de conducir el congreso, que se celebrará en Madrid entre los días 20 y 22 de este mes de junio.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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