Intermitencias del corazón

Esto es como quien dice una copia de anteriores programas del tipo de Esta es su vida o Una vuelta por la vida, aunque más cargada de bombo y tal vez de morbo. Esta primera edición de En exclusiva bien podría haberse llamado Carmina Ordoñez y sus maridos, ya que buena parte de los asistentes sometió a la pobre Carmina a un especie de bobo tercer grado con la agradecida complacencia de la chica. Como es natural, el misterio consiste en que una televisión pública dé por sentado que los espectadores están interesados en seguir los pormenores de la afición de esta mujer por los chicos. Puestos así, el programa quedaría bastante más redondo si, desdeñando esa timidez que hace bajar los índices de audiencia, incluyese grabaciones videográficas completas de los momentos más estimulantes del rosario de relaciones amorosas que se cuentan.Terelu Campos es corno su madre, en más delgada, y también se nota que alguien que la quiere le ha hecho creer que es, será o podría ser actriz. Jesús Mariñas, que podría triunfar sin esfuerzo en películas de serie B haciendo de ruin patoso, alardea una vez más de su extraordinario juego de cejas y de sus estudiadas posturas de perfil airado, como el que realiza un esfuerzo sobrehumano para refrenarse en el último instante antes de gritar a los cuatro vientos las muchas cosas que sabe, aunque ya no asuste a nadie más que a su desconcertado bigote.

En exclusiva, de una duración extenuante, tiene que ver con el relato de los aspectos de una vida lo que las tertulias radiofónicas serias con el baladroneo sin fronteras de la COPE y sus oscilaciones entre la ritualización de lo trivial y el matonismo de rústico casino. Y, lo mismo que con esa emisora, algún día habrá que hacer alguna clase de estudio sobre los indudables atributos pioneros de Canal 9 en la irrefrenable degradación de las televisiones públicas.