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Los comicios de hoy en Canadá agudizan el debate sobre la unidad del país

El primer ministro de Canadá, el liberal Jean Chrétien, ganará hoy las elecciones, pero no está garantizado que revalide la mayoría absoluta de 1993. Esta incógnita, unida a la de qué partido será el segundo, determina las incertidumbres sobre las que planea la eterna cuestión de la unidad nacional. La paradoja que se mantiene desde 1993, con el separatista Bloque Quebequés como representante de la oposición, podría verse sustituida por una opción no menos contradictoria si el populista conservador Preston Manning queda segundo.

ESPECIAL, Manning ha capitalizado el doble descontento de los canadienses anglófonos contra el Gobierno federal y contra Quebec, y su retórica echará más leña al fuego del debate sobre la separación: justo lo que necesitaban los independentistas del Bloque, que han visto disminuir el interés popular por la soberanía de Quebec después de estar a punto de conseguirla mediante referéndum en 1995.Estabilidad y moderación para recoger los beneficios de la política de austeridad es el mensaje de Chrétien, que si no obtiene la mayoría absoluta debería apoyarse en el centro izquierda del Nuevo Partido Democrático. Si, por el contrario, consigue repetir los resultados de 1993, el interés se desplazará al segundo puesto.

El Bloque Quebequés va a retroceder y el título de "leal oposición de su Majestad" podría pasar a Preston Manning, líder del Partido de la Reforma, que ha. introducido la crispación en la campaña con mítines en los que enciende a la audiencia hablando contra los impuestos, el control de armas y Quebec: "¡Recuperad vuestro dinero! ¡Recuperad vuestras calles! ¡Recuperad vuestro país!".

Chrétien ha sido más agresivo al final: "Nadie merece ser primer ministro si no tiene el valor de defender su candidatura en todos los rincones de Canadá". Manning no ha puesto el pie en Quebec ni en las provincias del Atlántico: garantizada su plataforma en Alberta y la Columbia Británica-ha tratado de recoger votos sólo en Ontario, donde vive un tercio de la población del país.

Cogido entre dos fuegos y perjudicado por un sistema electoral que favorece a las mayorías, el conservador Jean Charet tiene pocas posibilidades de convertir en escaños sus votos, a pesar de que ha hecho una buena campaña y de que ha resucitado a su partido después del desastre de 1993.

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