El líder de la izquierda, Cárdenas, surge como favorito a la alcaldía de México
Ha estrenado una sonrisa hasta ahora desconocida. Ha moderado su lenguaje. Por tercera vez en 10 años, Cuauhtémoc Cárdenas, el líder moral de la izquierda mexicana, trata de ganar unas elecciones. En 1988 y 1994 fue candidato a la presidencia de México. Ahora aspira a gobernar la capital, una urbe de casi 17 millones de personas. En plena campaña han salido a flote aspectos de su vida que él intenta vadear: el de su pasada militancia en el partido en el poder y el de su fortuna personal. Pese a ello, las encuestas le colocan como ganador.
Un sondeo publicado ayer daba a Cárdenas el 33% de los votos, frente a un 17% para el candidato del Partido de Acción Nacional (PAN) Carlos Castillo Peraza, y un 14% para Alfredo del Mazo, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI). El pasado miércoles debía ser el gran día de Cuauhtémoc. El mitin previsto en la Ciudad Universitaria prometía catapultar la campaña del dirigente del Partido de la Revolución Democrática (PRD), como ocurrió en 1988. El planchazo fue, sin embargo, memorable. A la hora prevista, apenas se habían reunido en la explanada 2.000 personas. Cárdenas retrasó su llegada casi 45 minutos. En ese tiempo, riadas de estudiantes rellenaron los huecos y salvaron la foto.
Y quizás eso sea bueno para el candidato del PRD, que a lo mejor en esta ocasión rompe el maleficio electoral que parece perseguirle desde que en 1986 abandonó las filas del PRI, la formación que rige los destinos de México desde hace 68 años. En los comicios presidenciales del 1988, dicen sus seguidores, el PRI le arrebató el triunfo mediante un fraude informático. En 1994, con unas elecciones limpias, quedó en un tercer lugar.
Ahora no está en juego la presidencia de la República, sino la regencia de la Ciudad de México, que se ha convertido en el puesto más emblemático de los comicios legislativos y municipales del próximo 6 de julio. Es la primera vez que los capitalinos eligen a su gobernador, hasta ahora designado por el Ejecutivo federal. Y dada la cercanía de las elecciones presidenciales del año 2000, el cargo es todo un escaparate.
Nada más anunciar su candidatura, Cárdenas desplazó de las preferencias electorales a Castillo Peraza, representante del pujante PAN, de tendencia conservadora. Es el peso de la imagen. El programa del PRD no se sale de la demagogia tradicional: un Gobierno de todos, honradez, escuelas, hospitales, infraestructuras... Pero el candidato arrastra la leyenda de su padre, el general Lázaro Cárdenas, que presidió el país en los años treinta y cuya política populista hace suspirar a los nostálgicos de la Revolución de 1910.
Su principal contrincante, Castilla Peraza, del PAN, cansado de que se le trate de asociar con los sectores más reaccionarios de su partido, ha recordado cómo cuando Cárdenas fue gobernador del Estado de Michoacán por el PRI, a principios de los ochenta, promulgó leyes contra la prostitución, las bebidas alcohólicas o las manifestaciones estudiantiles. Y ha refrescado la memoria sobre los orígenes de los máximos dirigentes del PRD: "Todos proceden del PRI".
No sólo eso. Ante las presiones de Castillo, Cárdenas se ha visto obligado a hacer públicos sus bienes: un rancho y tres propiedades en Michoacán, tres apartamentos en la capital, uno en Madrid, una empresa y tres automóviles. El problema es que, según los registros que rastrean sus enemigos, las propiedades del líder del PRD sumarían además 52 terrenos en el Estado de Michoacán, dos empresas de construcción y tres permisos de explotaciones forestales...
La sociedad mexicana, harta de corruptelas, no ha prestado excesiva atención a estos detalles, y las acusaciones se han vuelto contra el propio Castillo.
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