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González ve "inconcebible" que el PP se queje de la crispación que inició en 1989

Anabel Díez

Felipe González, líder del PSOE, responde con sonrisas e ironías cuando sus compañeros le piden -como en la última ejecutiva- que les deje a ellos el papel de responder con dureza a los ataques del Gobierno en materias sensibles, como los GAL y la justicia. Ayer a la sonrisa añadió una pregunta dirigida al presidente del Gobierno, José María Aznar: "¿Cómo se le ocurre [hablar de que el PSOE fomenta la confrontación] si es la práctica que han hecho desde 1989 insistentemente y ahora lo hacen desde el Gobierno? Es inconcebible".

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González acudió a la Real Academia Española al acto de ingreso como académico del ex director de EL PAÍS Juan Luis Cebrián. Al preguntarle por sus recientes declaraciones en México, sobre la participación' del vicepresidente Francisco Álvarez Cascos en una renión con el abogado del ex poli cía José Amedo y la advertencia de que haría nuevas revelaciones relacionadas con el caso GAL, comentó: "Habrá [nuevas manifestaciones], tranquilos".El ex presidente del Gobierno también respondió a las declaraciones que el viernes le dedicó el portavoz del Eecutivo, Miguel Angel Rodríguez, quien alardeo de que mientras José María Aznar tiene "una agenda internacional extraordinaria", otros [en alusión al líder del PSOE] tienen "una agenda judicial terrorífica". Rodríguez, ironizó González, "es una persona muy lúcida y elegante en sus relaciones con los demás".

El anuncio de González de que hará nuevas declaraciones no ha sido acogido con entusiasmo en su propio partido, desde donde le empiezan a llegar recomendaciones de cautela. González, sin embargo, replica a los temores sobre el posible deterioro de su imagen de hombre de Estado: "Puede que afecte a mi imagen política, pero desde luego a mí me sienta muy bien personalmente". A los militantes socialistas les gusta el González "Ieñero". Esta afirmación procede de dirigentes del PSOE que pulsan diariamente la reacción de las bases del partido. Pero el impacto que produce el nuevo estilo del ex presidente del Gobierno en los miembros de la ejecutiva y en los dirigentes regio nales es otro. Cuando ven a su líder instalado en el sarcasmo sobre lo bien que van las cosas en España que "hasta sube la Bolsa de Nueva York y en Portugal también se nota", se produce, cuando menos, arqueamiento de cejas. Si arremete contra "unos pocos jueces", llamándoles "descerebrados", las alarmas se disparan.

Aunque la preocupación en toda su dimensión se expresa a su espalda, no se puede hablar de deslealtad ya que en las dos últimas reuniones de la ejecutiva sí le aconsejaron que se aparte de la pelea más dura. Personas de su absoluta confianza, tales como Narcís Serra, Joan Lerma o Juan Carlos Rodríguez Ibarra, le han insistido en ello personalmente. El temor a que la imagen de hombre de Estado que tiene González se deteriore anima a los dirigentes preocupados a pedirle que se modere. Bien es cierto que la última trifulca con el vicepresidente del Gobierno Francisco Álvarez Cascos la entienden casi todos. El número dos del Gobierno le llamó "cerebro de los GAL" y González, sin avisar a nadie y sin que estuviera previsto, lanzó desde México la revelación de los contactos entre el vicepresidente y el abogado del, ex policía José Amedo. "¿Cómo esas monstruosidades no producen es cándalo?", se preguntó González el pasado miércoles en referencia al barullo organizado por esta revelación y a la pasividad ante el hecho de que se le hubiera tildado de jefe de una banda de asesinos. Lo que no le han comunicado todavía los suyos es el temor que empieza a extenderse en el partido a que su actitud responda a una decisión firme de no ser el candidato en las próximas elecciones generales. "¿Estará quemando sus naves?", se preguntan. En los dos últimos meses no más de media docena de compañeros le han oído decir que no volverá a presentarse. La última vez, el miércoles pasado en Pradoluengo (Burgos). "Cuando me preguntan si quiero ser candidato afirmo que querer no quiero", respondió.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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