_
_
_
_

La 'resurreción' de "Linda"

Una perra regresa con sus dueños, que la dieron por muerta tras atropellarla un automóvil

"Es una lección que he aprendido: nunca se debe dar por perdido a nadie, sea una persona o un animal". Pepi Villora cometió ese error hace días cuando paseaba en compañía de su hermana y de su perra, Linda, por las afueras de la localidad de La Roda (Albacete), y no deja de lamentarlo. La perra fue atropellada el pasado jueves día 8, dada por muerta, rematada para evitar que sufriera y enterrada junto a la cuneta de una carretera. Dos días después, Linda -de pelaje blanco, menuda y vivaracha- aparecía en la puerta de la casa de sus dueños, malherida y exhausta, pero viva, tras recorrer el kilómetro y medio de distancia entre el domicilio y el lugar del accidente cuasi mortal.La milagrosa resurrección de Linda arranca con una deesas crueles ironías en las que se ceba la mala suerte. Aquel jueves, Manuel Benavente, de 25 años y empleado de una empresa telefónica, recibió la llamada de un compañero de trabajo que había sufrido un accidente automovilístico. ¿La causa del percance? Un perro se le cruzó en su camino y, al intentar esquivarlo, se salió de la carretera. Como pinchó una rueda, requirió a Manuel para que le ayudara a cambiarla y juntos marcharon camino de La Roda. Manuel iba delante con su coche. A los 20 kilómetros , la misma escena, pero con diferente desenlace: el Final Uno de Manuel se abalanzó sobre Linda. La perra, ya en pleno campo y liberada de la correa, hizo un giro extraño en sus correteos, remontó la cuneta de un carretera cercana y atravesó la calzada. Tras el frenazo brusco del automóvil, las dos mujeres vieron horrorizadas el cuerpo de Linda bajo el coche. "Estaba inmóvil, rígida, sangrando por la boca", recuerda Pepi. La perra sufrió una fuerte conmoción por el impacto y quedó inerte. "Yo lloraba sin consuelo", recuerda Pepi, "sólo repetía: 'Pero, Linda, cómo has hecho que se detuvieron en el lugar del percance, al ver el estado del animal, que manaba sangre en abundancia por el hocico, decidieron acabar con su agonía y rematarla. Pepi, aturdida e incapaz de pensar con claridad en aquel momento, consintió. Manuel descargó unas piedras sobre la cabeza de Linda para provocarle la muerte, y después la enterraron al borde de la carretera bajo unas piedras y unas ramas. "Cuando me enteré de que la perra había vuelto, me sentí fatal. Sé que estuvo mal lo que hice, pero yo sólo quería ayudar. Me arrepiento mucho", afirma Manuel. "La gente que paró decía: 'Matad a ese animal, matadlo, que no sufra!'. Nos equivocamos", reconoce. Pepi y su hermana, mientras, regresaron a casa dispuestas a comunicar la noticia a su familia. "Yo no pensaba más que en cómo se lo diría a mi hijo José Angel", relata Pepi. Y es que la perra no es un elemento cualquiera en esta familia. Linda es el animal de compañía de José Angel, el hijo mayor. A sus 18 años, José Ángel tiene una discapacidad cerebral del 75%. Su madre le trajo a Linda hace unos en este tiempo el animal se ha convertido en el mejor, cómplice de José Angel. "Incluso se sienta junto a él a ver la tele; le acompaña siempre. Linda le ha venido muy bien al niño", asegura convencida. Así, Pepi optó por una mentira piadosa para atenuar el golpe y le dijo que la perra había fallecido por muerte natural -"está en el cielo con el abuelo", le contó- Pero su hijo se negaba a entender y repetía obsesivamente que la perra volvería pronto. La profecía de José Ángel se cumplió en la mañana del sábado pasado, casi 48 horas después del accidente. Ensangrentada, rebozada en tierra, con dos heridas en la cabeza, una brecha en la ceja y el maxilar fracturado (lo que le impedía ladrar), Linda se presentó en casa. "Me quedé helada. Aquello fue un valle de lágrimas de la alegría", dice Pepi.

Tras una rápida visita a la veterinaria del pueblo, la trasladaron de inmediato a un conocido cirujano de Madrid, pues la vida del animal corría grave peligro. Linda fue intervenida al llegar. Le limaron el hueso, le cosieron la herida y le curaron las numerosas magulladuras, infectadas por la suciedad. Según afirmó el cirujano, los únicos daños de consideración que tenía la perra eran consecuencia del lamentable intento de rematarla, no del atropello.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_