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OFENSIVA TERRORISTA

El peor año desde 1992

ETA ha abierto en 1997 todos los frentes y asesinado ya a nueve personas

Desde que comenzó 1997, ETA ha puesto en funcionamiento a todos sus efectivos tratando de reeditar su plan de 1992, el año de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla, cuando pretendía poner de rodillas al Estado y obligarle a negociar con asesinatos y coches bomba. La operación del 29 de marzo de aquel año en Bidart (Francia) contra la cúpula de la banda desbarató tal pretensión. Desde entonces, sin embargo, ETA ha conseguido recomponer sus comandos, aunque las sucesivas actuaciones policiales, con la ayuda de la suerte a veces, y la impericia de los nuevos activistas la han colocado en una situación de precariedad relativa. Los terroristas pretenden superar esa debilidad gracias a la violencia callejera desarrollada por los grupos Y -de apoyo-, la agitación promovida desde las organizaciones políticas de su entorno y la capacidad de chantaje que les proporcionan los dos secuestros que mantienen: en el mundo del empresariado, con Cosme Delclaux, y en el de los funcionarios de prisiones, con José Antonio Ortega. Así, ETA lleva asesinadas a nueve personas en lo que va de año y ayer sorteó las medidas de seguridad en la base militar de Araca (Álava) colando en ella dos artefactos explosivos. En los atentados mortales realizados en el País Vasco, sus comandos, tanto el Donostia como el reconstituido Vizcaya, han optado preferentemente por el tiro en la nuca, salvo la bomba lapa que acabó con la vida del policía Modesto Rico en Santutxu el 17 de febrero. Así perdieron la vida en Guipúzcoa el empleado de una tienda de bicicletas Eugenio Olaciregui, el 30 de enero; el industrial Patxi Arratibel, el 11 de febrero, y el psicólogo de la prisión de Martutene, Francisco Javier Gómez Elósegui, el 11 de marzo.En Vizcaya, ETA ha esperado a tener reconstituido su comando para sacar a su presunto liberado Gaizka Gaztelumendi, de 28 años de edad, a la calle para emular el gatillo fácil del Juan Carlos Iglesias Chouzas, Gadafi, con el asesinato el pasado sábado del guardia civil José Manuel García y antes, el 24 de abril, con el del inspector Luis Andrés Samperio.

"Matar es muy fácil"

La reaparición, a mediados de febrero, del comando Vizcaya, que no actuaba desde enero de 1995, y la detención de uno de sus miembros, Oskar Barreras, de 22 años, cuatro horas después de la muerte del policía, evidencian una de las máximas que viene repitiendo el consejero vasco de Interior, Juan María Atutxa: "ETA utiliza, cada vez con más asiduidad, jóvenes inexpertos y sin preparación como carne de cañón para rehacer sus comandos. Esto posibilita que estos grupos sean desarticulados mucho antes por la policía".

Ayer mismo, no obstante, Atutxa reiteró otra de sus máximas: "Matar es muy fácil". Y la organización terrorista ya lleva nueve cadáveres desde enero.

En esta huida hacia adelante, otra de las herramientas de ETA es la utilización del coche bomba. El vehículo dejado en Rentería (Guipúzcoa), cargado con 35 kilogramos de amosal, estaba preparado para atentar previsiblemente contra una patrulla de la Ertzaintza (policía vasca). Con esta acción ETA podría haber recuperado como objetivo a los agentes vascos y, sobre todo, habría roto con la tradicional frontera geográfica en las denominadas ekintzas limpias (acciones sin riesgos para los civiles). No en vano los atentados con coches bomba con cargas muy potentes y en pleno centro de las ciudades han sido realizados por ETA casi siempre fuera del País Vasco y, en cambio, a sus pistoleros sí que los ha utilizado indistintamente fuera y dentro de él.

Tres de los cinco coches bomba de ETA desde enero han sido colocados en Euskadi. El 2 de febrero, la organización puso un vehículo cargado con 25 kilos de amosal contra la empresa Bodegas y Bebidas en el paseo Urumea, de San Sebastián. El 28 de ese mismo mes los terroristas hicieron estallar en una carretera otro con unos 30 kilos de explosivo destinado a una patrulla del acuartelamiento de la Guardia Civil de La Salve, en Bilbao. Entonces activaron un mecanismo de autodestrucción del automóvil antes de que los agentes pasaran y se dieron a la fuga. En ambos casos el riesgo para los civiles era limitado.

A diferencia de estos ejemplos, el coche de Rentería buscaba un atentado de alcance. La desactivación por parte de la Ertzaintza de la carga mortífera evitó no sólo bajas dentro de la policía vasca, sino también una tragedia entre los ciudadanos. La situación del vehículo, en una calle estrecha, y las características y la carga del artefacto (35 kilos de amosal) habrían producido el derrumbe de los edificios colindantes y afectado indiscriminadamente a la población, según la policía. De hecho, la explosión controlada de sólo cinco kilos de la carga total efectuada por el equipo de desactivación de la Ertzaintza afectó a medio centenar de viviendas y a una veintena de automóviles.

Los otros dos coches bomba colocados por ETA fueron el 8 de enero, con 10 kilos de amosal, tras el asesinato del teniente coronel del Ejército José Agustín Cuesta, en Madrid, y el 10 de febrero, con 50 kilos, en Granada, contra un furgón militar que trasladaba personal civil, atentado a causa del cual murió el peluquero de la base aérea de Armilla, Domingo Puente, y ocho personas más resultaron heridas.

En 1996, ETA colocó dos coches bomba en Córdoba, con 200 kilos de amosal; uno en Madrid, con 40 kilos, y otro en el cuartel de la Guardia Civil de Buñuel (Navarra), pero ninguno en la comunidad vasca.

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