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MOTOCICLISMO GRAN PREMIO DE ESPAÑA

El Rey volvió a ser el aficionado número uno

Unos 150.000 seguidores se congregan en el circuito andaluz

De un tiempo a esta parte procura no perderse una carrera. Se ha convertido ya en talismán para los pilotos españoles. El Rey es un gran aficionados a las motos y ayer estuvo también en Jerez. No podía perderse la fiesta del motociclismo. Y claro, vio ganar a uno de los suyos, Álex Crivillé, el mismo que le había prometido el triunfo. Como don Juan Carlos, muchos motards llegados de todos los rincones del país acudieron al circuito andaluz, que congregó a unos 150.000 espectadores. La felicitación del Rey a Crivillé fue también la de miles de aficionados que -esta vez sí- tuvieron un comportamiento modélico.La mancha que los incidentes de 1996 dejaron sobre Jerez se borró ayer a golpe de civismo. Por lo menos dentro del circuito. Los mismos espectadores que el año pasado se lanzaron a la pista interrumpiendo la carrera se limitaron ayer a animar a sus pilotos y a empujar a Crivillé en su camino triunfal. En las carreteras cercanas a Jerez, el sábado por la noche las cosas no fueron tan plácidas.

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Ayer por la mañana, después de una noche sin final, el público que abarrotó las laderas de Jerez también aclamó al Rey, que paseó por el borde del asfalto y se entusiasmó con la victoria de Álex. Don Juan Carlos, que ya había presenciado el éxito de Carlos Checa en el Gran Premio de Cataluña del año pasado, demostró de nuevo que es un perfecto conocedor del Mundial de motos. Fue especialmente emotivo su abrazo a Emilio Alzamora, que no pudo participar en el gran premio por haberse resentido de su lesión en la muñeca.

El triunfo de Crivillé desató pasiones. Su autógrafo fue ayer un bien más preciado que nunca. "Aún nos haremos famosos", bromeó el piloto de Seva ante la avalancha de solicitudes. Algunas fueron de lo más curioso, como la de una joven atractiva que se le acercó y le espetó: "Si me das tus calzoncillos, yo te doy mis bragas". El triunfador de la tarde, tan tímido y discreto como siempre, no supo qué contestar.

El público había acudido en masa desde primera hora de la mañana. Ni siquiera la niebla inicial redujo la expectación. Después se levantó para colaborar con el espectáculo. Se vieron entonces las numerosas pancartas a favor del no¡ de Seva: "tú puedes ser campeón", "acrivíllales", "dale caña al Doohan". Sin embargo, el comportamiento del público con el cocodrilo australiano fue exquisito, tal como había pedido Crivillé la víspera. El único que no le respetó esta vez fue Alex, que le propinó una paliza como el tricampeón no recordaba.

El piloto español cruzó la meta sobre una rueda y apenas exteriorizó su alegría. No hubo gestos estridentes ni polémica con las banderas. Sólo la explosión de júbilo del público, que le detuvo, una vez concluida la carrera, y le levantó a hombros como a los toreros. Y el Rey, que antes de entregarle el trofeo de vencedor le dijo al oído: "Ya era hora, hombre". Crivillé, más contento y expresivo que otras veces, dio las gracias, como los miles de aficionados se las dieron a él por hacerles participar en una jornada inolvidable.

El Rey, que llegó en helicóptero a las 10.30 horas, presenció la carrera de 250cc desde varias zonas de la pista, mientras que las de 125cc y 500cc las siguió desde dos dependencias distintas del trazado andaluz. El presidente de la Federación Española de Motociclismo Juan Álvarez, relató que poco antes de concluir la carrera de la categoría reina, cuando se puso nervioso a tres vueltas del final, el propio Rey le Indicó que fuese en aquel momento hacia el podio para así poder entregar el trofeo de ganador a Crivillé.

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