Invasión 'popular' en el Dos de Mayo

Segundo Dos de Mayo de la era popular. Algunas novedades:- Desfiló la unidad del subsuelo de la Policía Nacional (un agente con un casco en la cabeza semidescondido en el interior de una furgoneta con las puertas traseras abiertas de par en par). Se ignora si el resto de los efectivos del cuerpo marchaba bajo tierra.

- La corona en honor de los caídos quedó colgada en una plataforma de quita y pon. Otros años, la corona se enganchaba en la pared del edificio de la Puerta del Sol. Se desconoce el paradero de la ofrenda.

- El alcalde olvidó en su discurso saludar a los diputados regionales. Había unos treinta.

Agarró el micrófono José María Álvarez del Manzano, y sin papeles (como siempre) largó una emocionada soflama antinapoleónica. Citó de corrido a los héroes del Dos de Mayo (Daoiz, Velarde, el teniente Ruiz, Manuela Malasaña y el alcalde Andrés Torrejón), para recordar, entre otras cosas, que ellos echaron "a los franceses". Después animó a los asistentes a "expulsar al nuevo ejército invasor de España: los narcotraficantes, los terroristas y los corruptos: ¡afuera con ellos!", gritó. Y las palomas de la Puerta del Sol, asustadas, levantaron el vuelo. El delegado del Gobierno, Pedro Núñez Morgades, en la tribuna, no pudo impedirlo. Regresaron las aves a los balcones cuando discurseaba Ruiz-Gallardón, que gritaba menos que el alcalde. El presidente regional, sin pasión, tiró de chuleta. Leyó sus papeles a buen ritmo y cerró con los vivas de rigor.

Aplausos y música.

La banda inició los compases del himno de la Comunidad de Madrid y la gente se preguntaba qué diablos tocaban los músicos. Era la octava vez que la obra del maestro Sorozábal sonaba en la Puerta del Sol en un Dos de Mayo. Pero ni por ésas.Antes del rito militar, Ruiz-Gallardón repartió medallas. Una, a la Brigada Paracaidista, de la que hace años formó parte. Otra, para el filósofo Julián Marías, que aceptó encantado el premio. Su discurso de agradecimiento se llenó de insólitas referencias a Madrid. Una de ellas: "Esta ciudad llena de cariño y vallas parece Valla-dolid". Tras recibir la medalla, acompañó a la comitiva hasta la Puerta del Sol. El filósofo se despistó, y al intentar acceder solo al recinto de autoridades, acotado por vallas, precisamente por vallas, un policía le negó el paso. Un asistente, atento, gritó al policía: " ¡Que es Julián Marías!". Y el agente: "¿Y ése quién es?".

El concejal de bomberos, Carlos - López Collado, que pasaba por allí, deshizo el entuerto y pidió a su compañero de partido con mando en plaza, el consejero de Presidencia, Jesús Pedroche, que franquease el paso al intelectual. El final de la fiesta fue, como siempre, en el antiguo palacio de jornaleros de la calle de Maudes. Allí llegaron 800 personas y muchos intereses.

Luis Eduardo Cortés, consejero de Obras Públicas, llenó en un minuto su agenda. "Necesito hablar contigo", le repetían alcaldes y, otras autoridades, entre ellas, Íñigo Cavero, ex ministro con UCD y hoy presidente del Consejo de Estado. A Cavero le cazó un reportero de Caiga quien caiga y le recordó su pasado como profesor: "Era un hueso".

Mientras, Ruiz-Gallardón jugaba a las quinielas. "Alfredo Pérez Rubalcaba sería un magnífico adversario en las próximas elecciones si el PSOE decide presentarle". El ex ministro de Presidencia se escurrió: "No sé de dónde ha podido salir ese rumor. Falta mucho para las elecciones. No veo qué gana Ruiz-Gallardón haciendo esas declaraciones". Pero el presidente regional las hizo. Era su fiesta y estaba encantado: "¡Han venido tres ministros!".