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La "cuestión escocesa" pesa más que nunca

Los analistas políticos no se cansan de repetir que las elecciones británicas se ganan en el sur de Inglaterra. Especialmente en el sureste, la franja con mayor densidad de población y donde se registra la mayor renta per cápita del país. Sin embargo, en estas elecciones, Escocia y el País de Gales han recuperado protagonismo por una razón bien sencilla: por primera vez las perspectivas de triunfo laborista son reales. Y es el partido laborista el que mantiene históricamente el compromiso de ofrecer un Parlamento autónomo a Escocia y una Asamblea a Gales como parte de su ideanio político.John Smith, el antecesor de Tony Blair, era un abogado de Edimburgo obsesionado con cumplir un día la promesa de Otorgar a los escoceses un Parlamento autónomo. Blair ha sido más cauteloso. Con la energía que le caracteriza a la hora de dirigir la política del partido, el nuevo líder ha impuesto un requisito más a ese compromiso autonómico. Si los laboristas ganan hoy las elecciones organizarán un referéndum el otoño próximo en el que los escoceses -y los galeses- se pronunciarán sobre el tema. En el caso de Escocia, el referéndum tendrá dos preguntas, una destinada a saber si la mayoría de los 5,1 millones de escoceses quieren o no un Parlamento en Edimburgo y la segunda para saber si desean que esa Cámara tenga el poder de modificar los impuestos que fija el Gobierno de Londres.

Los escoceses ya fueron convocados a una votación así en 1979, cuando agonizaba el Gobierno laborista de James Callagham. Una pequeña mayoría del 32% de los votantes votó a favor frente al 31% que lo hizo en contra. Pero el resultado no sirvió de nada, previamente el Gobierno había impuesto al "sí" una barrera mínima del 40% de los sufragios.

Esta vez todo apunta a que el "sí" obtendrá más votos, entre otras cosas porque los escoceses reclaman con más fuerza que nunca un cierto grado de autonomía. Las expectativas electorales del Partido Nacional Escocés han subido también. El partido espera doblar el número de diputados -ahora tiene cuatro- y convertirse en la segunda fuerza regional, por detrás de los laboristas que cuentan con 49 de los 72 diputados que envía Escocia al Parlamento de Westminster. De momento, el partido conservador que todavía conserva 10 diputados en Escocia, se arriesga a perder tres escaños en estas elecciones.

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