El IRA paraliza Londres con avisos de bomba
El IRA consiguió ayer paralizar casi por completo Londres durante varias horas de la mañana, en la operación más agresiva de las protagonizadas por los provisionales en muchos años y la destinada a causar mayor caos en la vida de la ciudad desde el comienzo de la campaña electoral británica. Un puñado de alarmas de bomba, aparentemente falsas, que afectaban a puntos neurálgicos de la capital, desde estaciones de metro y ferrocarril, aeropuertos y hasta el puerto de Dover, en el sureste de Inglaterra, obligaron a la policía a evacuar las áreas afectadas, con el consiguiente caos. La alerta policial obligó incluso al cierre temporal al tránsito del área donde tiene su sede buena parte de los ministerios (Whitehall) y todo el centro turístico.
Los líderes políticos británicos condenaron este nuevo intento del IRA de torcer el curso de la campaña electoral. Pero la estrategia de los paramilitares de lograr el máximo impacto propagandístico con el mínimo esfuerzo y sin aparente riesgo de vidas humanas, amenaza con intensificarse a medida que avanza la campaña electoral. La jornada de ayer estuvo marcada por uno de los mayores caos de tráfico vistos en la de por sí caótica capital británica. Esta vez, la alerta de seguridad, que provocó un despliegue de centenares de policías en busca de explosivos, afectó a la práctica totalidad de las comunicaciones. Además del metro y el ferrocarril, los aeropuertos de Gatwick y Luton permanecieron cerrados durante buena parte de la mañana, al igual que las autopistas A 4 y A 40 de acceso a la capital. Otro detalle que agravó las consecuencias de las llamadas telefónicas avisando de la existencia de explosivos fue el hecho de que fueron realizadas al filo de las siete de la mañana, hora punta en los transportes.Decenas de miles de pasajeros se vieron afectados como consecuencia del cierre de cinco de las estaciones de metro y ferrocarril que registran más movimiento diario de viajeros. Charifig Cross, King's Cross, Paddington, Baker Street y St. Pancras tuvieron que ser desalojadas por la policía poco después de las siete de la mañana, cuando más intenso es el flujo de viajeros que llegan a Londres desde las ciudades dormitorio.
Tampoco fueron las cosas más sencillas para aquellos que intentaron volar desde el aeropuerto de Gatwick, al sur de Londres. Un aviso telefónico de bomba recibido a las 7.12 de ayer utilizando el código secreto del IRA, provocó el inmediato cierre de las dos terminales y obligó a cerca de 4.000 pasajeros a soportar considerables esperas. El cierre de Gatwick afectó también a la estación de ferrocarril que liga las terminales con la estación Victoria en Londres. Alarmas semejantes provocaron retrasos en los vuelos desde Luton y Stansted. El aeropuerto de Heathrow fue sometido a un minucioso registro y la policía localizó un paquete sospechoso en la terminal 3, lo que obligó a su cierre temporal. Con todo, el principal aeropuerto de Londres permaneció abierto.
Scotland Yard reconoció que la policía tenía noticia de varias llamadas telefónicas avisando de hombas que "nos han obligado a evacuar las áreas señaladas". Kim Huggins, portavoz del Transporte de Londres, confirmó que las alertas de seguridad que afectaron a estaciones de metro y ferrocarril llevaron aparejado el cierre de los tramos de calles correspondientes, con lo que el caos circulatorio se extendió como una mancha de aceite y terminó por afectar también a las líneas de autobuses.
El centro y el oeste de Londres ofrecieron durante toda la. mañana un aspecto anormal
mente desierto, mientras algunas de las principales vías de acceso a la ciudad quedaban taponadas con atascos de tráfico de más de 20 kilómetros. Martin McGuinness, número dos del Sinn Fein, y candidato en estas elecciones por la circunscripción de MidUlster se negó ayer a sumarse a las voces de condena. Dijo que era "un juego propagandístico británico'.' Por su parte, el líder del grupo, Gerry Adams, advirtió sobre la posibilidad de que el IRA siga "luchando" mientras Londres no cuente con el Sinn Fein como interlocutor válido.
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