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Cómo dar las malas noticias

Los médicos acuden a clases para informar adecuadamente

El paciente, repentinamente, se echó a llorar en plena consulta. Su médico le acababa de facilitar el resultado de las pruebas sobre aquel persistente dolor de cadera. Era una artrosis, una enfermedad menor que, sin embargo, provocó una amarga reacción en el afectado y una fuerte sorpresa por ello en la facultativa. "Fallé yo. No supe explorar previamente las expectativas del paciente sobre la dolencia. Le di mal la información", reconoce la médico de familia Pilar Buil, del centro de salud de Cizur (Navarra).Para evitar estas situaciones y saber cómo dar las malas noticias, 40 profesionales de Atención Primaria acudieron recientemente en Pamplona, a un taller que imparte el colectivo Comunicación y Salud, de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria.

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"Siendo un momento tan crucial, que a menudo cambia la visión de futuro de los pacientes y el sentido de sus vidas, apenas se aborda el estudio de cómo informar al enfermo sobre sus dolencias, por muy graves que sean", reconoce Rafael Gracia, especialista en medicina de familia y comunitaria.

"Hasta ahora se dejaba todo en manos de la sensibilidad comunicativa del médico, de su experiencia profesional, pero a menudo eso no es suficiente", añade Juan José Rodríguez, también especialista en medicina familiar.

Expectativas personales

Mejorar las habilidades de comunicación entre médico y paciente; enseñar a conocer e identificar las reacciones del enfermo y sus familias; prever las expectativas personales de cada ser humano ante esa realidad nueva aún no asumida, son los objetivos de estos talleres. En definitiva, informar sobre enfermedades graves como el cáncer o el sida y sobre otras que, sin esa relevancia, pueden cambiar la vida de una persona cuando las padece.

"Existe una regla de oro al dar malas noticias: nunca se debe engañar ni mentir al paciente. El enfermo tiene el derecho a conocer qué le ocurre", indican los ponentes aunque, matizan, no tiene el deber de saberlo. "Cuando alguien nos pregunta si se debe decir siempre toda la verdad al enfermo de cáncer o sida, u otras enfermedades, sean o no graves, repetimos que en medicina no existe el siempre y que el momento y la forma de comunicar esos diagnósticos depende de las personas, las creencias y las circunstancias".

Para saber informar hay que conocer al afectado. "La información que se le transmite debe ser técnicamente rigurosa, pero no imposible de descifrar por el paciente, de modo que éste crea que se le está intentando engañar. Un dato esencial es que hay que informar al enfermo hasta el punto en que, conociendo sus circunstancias personales, pueda asumir esa información en un proceso gradual, nunca brusco o gratuito", aseguran Rodríguez y Gracia, "sino que le prepare para recibir el mayor grado de verdad posible".

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