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El retorno del más difícil todavía

El circo Raluy instala su carpa en Madrid después de 15 años de aventuras fuera de España

Ha estado casi década y media fuera de España, su país. Volvió a finales de 1995, y al año siguiente, el Ministerio de Cultura le concedió el Premio Nacional de Circo. Es el Circo Raluy, que, a pesar de su larguísima historia, se ha instalado estos días por primera vez en Madrid. Se quedará unos meses, tantos como favores les dispense el público de la villa.El Raluy no es un circo cualquiera; conserva casi intacta una estética de principios de siglo; lo más llamativo, 15 carruajes en los que viajan los 50 miembros de la troupe, a una velocidad máxima de 30 kilómetros por hora. Quince piezas de museo que los hermanos Carlos, Luis y Francis Raluy, herederos de una pasión iniciada por sus padres en los años treinta, se han encargado de restaurar. Auténtica joya de 1927, que hoy alberga la singular cafetería del circo y en la que se sirve el café en vajilla artesana.

Al interior de su pequeña carpa no ha llegado aún el plástico; en su lugar, terciopelos y ribetes de pasamanería fina. Desde el maestro de ceremonias hasta los ayudantes de pista o las acomodadoras, todos visten impecable atuendo que, por cierto, no exige a las chicas lucir piernas. La música de fondo, completamente ajena a los éxitos veraniegos. Tan cuidada está la coherencia formal de este espectáculo que no exagera Carlos Raluy cuando dice que tiene más que ver, en su aspecto, con la ópera.

De esta guisa, el Raluy ha viajado por el mundo durante 15 años seguidos sin pisar suelo español, con la única excepción de su participación en las celebraciones olímpicas de 1992.

Un viaje que le ha llevado a numerosos países europeos y americanos y a otros cuya ubicación hay que consultar en el atlas. Para el Raluy, el tradicional más difícil todavía circense no se refiere sólo a los espectaculares números que presenta, sino al itinerario de sus rutas.

Han llegado a lugares que un circo pisaba por primera vez, como ocurrió en Gabón. En 1981 cosecharon tal éxito en ese país africano que el embajador español, abrumado por las numerosísimas felicitaciones que recibía, les agradeció que colocaran tan alto el pabellón español.

También llegaron a Costa de Marfil. Allí había estado 15 años atrás un circo brasileño que se perdió y nunca nadie volvió a saber de él. El Raluy no sólo recorrió sano y salvo Costa de Marfil, sino que realizó dos giras de 11 meses cada una por varios países africanos. Asimismo, durante "años y años", diminutas islas antillanas los han recibido en visitas bianuales y han sido testigos de este "circo puro" que conserva en sus números una sabia mezcla de espectacularidad y dificultad sin sacrificio alguno de lo artístico.

Circo Raluy. Explanada trasera del Templo de Debod. Paseo del Pintor Rosales, s/n. De martes a viernes, 18.15 y 20.45. Sábados, 16.30, 19.30 y 22.00. Domingos y festivos, 12.00, 17.00 y 19.30. Precios: niños, de 800 a 1.500 pesetas; adultos, de 1.100 a 2.000 pesetas. Información y reservas: 909 32 12 07.

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