Extranjeros en ETA
La banda tiene activistas de varios países, aunque la mayoría son franceses
Los alemanes Renate Heike Shubbert y Fritz Gary Siemund sólo son dos de los muchos extranjeros que han formado o forman parte activa de ETA. Como su compatriota Petra Elser, detenida en 1996 en Francia y a la que también se vincula con el comando Madrid cuando, en 1993, residía en un piso de la calle de Bravo Murillo y trabajaba como profesora de idiomas. Lo cierto, sin embargo, es que la mayoría son franceses. Uno de éstos, Henri Parot, que fue jefe del comando itinerante creado en 1978 por Txomin Iturbe con carácter tan secreto que ni siquiera era conocido por destacados miembros de la banda, está considerado precisamente como uno de los terroristas más sanguinarios.Parot, que cumple penas que suman más de 2.000 años de cárcel, fue detenido en Sevilla en 1990 cuando ultimaba con dos compatriotas -Frederic Haramboure y Jacques Esnal pudieron huir, pero fueron arrestados pocos días después en su país- la voladura de la sede de la Jefatura Superior de Policía de esa ciudad mediante un coche bomba cargado con 300 kilos de amonal y 15 de goma-2. Además, planeaba las del Ministerio del Interior y la Audiencia Nacional en Madrid.
Según nacionalistas vasco-franceses, Parot y su grupo, en el que también estuvieron su hermano Jon, Jean Vincent García, Jean Pierre Erranundegai y Philippe Sáez, que más tarde se hizo fraile benedictino, habían surgido de unas circunstancias sociopolíticas muy concretas. El impacto de la, liberación de Argelia -Parot es hijo de un matrimonio emigrado allí-, aún reciente en su juventud, les llevó a asimilar a ETA con el ejército que habría de liberar a su pequeño pueblo de sus dos enemigos: España, el de la primera guerra, y Francia.
Como quiera que fuese, la relación de batallas por las que Parot se halla encarcelado es tremenda. Entre sus asesinados se cuentan el magistrado José Matéu, la fiscal Carmen Tagle, los generales Constantino Ortín, Luis Gómez y José Martínez, el vicealmirante Cristóbal Colón de Carvajal, el industrial José Legasa..., e incluso seis niños en un atentado contra una casa-cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza.
En 1996 fue detenido, en París, otro francés, Daniel Derguy, especialista en objetivos turísticos, como los de la costa catalana y la valenciana. Los expertos reconocieron que el número de los franceses incorporados a ETA, sobre todo en el aparato de acogida y seguridad o como mugolaris (los guías fronterizos), se ha multiplicado. Así, hasta un teniente de la Policía Nacional de Marsella (equivalente a la municipal española), Jean-Luc Malet, fue acusado a finales de ese año de ser un topo etarra y a las pocas semanas se ahorcó en su celda.
Una sueca, Ann Elizabeth Brundin, fue detenida en 1981 porque en su chalé de Pozuelo (Madrid) se hallaron grilletes, cadenas y granadas de mano tras la desarticulación de otro comando. Junto a ella lo fue la chilena Lucía Orfilia Vergara, un enlace.
Años después, en 1988, otros chilenos, miembros o simpatizantes del extremista Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), prestaron ayuda logística a ETA en el secuestro del empresario Emiliano Revilla. René Miguel Valenzuela, Alexis Alberto Corvalán y Gonzalo Boyé fueron condenados en 1996 a 14 años de prisión, cada uno, por esa causa.
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