La soledad de los 'ex'
Muchos de los anteriores presidentes de empresas públicas reorganizan su vida profesional tras la llegada del PP al poder
Entró en el metro por la mañana como miles de madrileños... y se perdió. Sencillamente, desprovisto de coche y chófer, el ex alto cargo tuvo que aprender a desenvolverse sin las ayudas inherentes a los puestos que durante varios años había desempeñado en el sector público y en la Administración. Como a muchos otros, el cambio de Gobierno, hace ahora algo más de un año, le marcó un antes y un después. Lo del metro era lo de menos, probablemente nunca más volvería a bajar. Pero con cuarenta y muchos años tuvo que reorientar su actividad profesional.La llegada del Partido Popular (PP) al poder sacó de los despachos de las empresas públicas a muchos presidentes acostumbrados a serlo. La mayoría esperaba su cese, aunque hubo quien se sorprendió en silencio. Ahora, casi todos han decidido ya su futuro laboral afrontando un reto que reconocen difícil.
Rondando los cincuenta, por arriba o por abajo, los ex afirman que están "contentos" y no añoran casi nada de su antigua situación. Pero es que muchos dicen también que prefieren no pensar en ella. Oscar Fanjul, por ejemplo, opina que no tiene sentido detenerse en el pasado y se dedica estos días a decidirse por una de las muchas ofertas que ha tenido. Durante 11 años presidió Repsol, y cuando llegó el relevo, lo encontró normal, aunque tampoco descartaba quedarse. "Estaba a la expectativa", dice, "porque no sabía muy bien la política que iba a llevar el Partido Popular". Además, le respaldaba una buena gestión. Desde que se creó, en 1986, sus resultados han aumentado de manera ininterrumpida, con un crecimiento anual acumulativo desde entonces del 21,6%.
Fanjul se ha tomado con calma decidir su nuevo destino. Sale de Repsol en junio de 1996 y desde entonces dedica su tiempo a varios consejos (Unilever, Técnicas Reunidas, Cofir y Ericsson) y a la realización de consultorías. Viaja mucho, especialmente a Latinomérica y Europa del Este, y el cambio que señala como más notable es el de dedicarse a cosas diversas, en vez de a una sola. Sin embargo, al contrario que muchos de sus colegas, dice no tener más tiempo libre. Hasta el punto de que no descansó en agosto.
Algo insólito, porque, al coincidir gran parte de los ceses con el verano, lo primero que hicieron muchos ex presidentes fue irse de vacaciones. Juan Sáez (Iberia) las recuerda con deleite. "Fue lo primero que hice", dice, "y luego mirar las cosas con calma".
Fue de los primeros en dejar el cargo y ha sido de los últimos en recolocarse. Y lo ha hecho, justamente, en la competencia. Es director general de Air Europa, lo que ha provocado críticas que cree sin mucho fundamento. "El presidente de USAir", dice, "en ocho meses lo fue también de United Airlines y de Air France. Los presidentes no tienen información confidencial ni nada parecido". Y a veces tampoco tienen muchas ofertas, según comenta. "Desde luego, no te van a buscar a casa, y ponerte a buscar trabajo, incluso sin agobios económicos, no es agradable ni fácil".
Aun así, Sáez aplica al nuevo rumbo de su vida la tranquilidad de la que siempre hace gala. "Es una etapa que se acaba, y ya está. No pasa nada". Atrás quedan 12 años en el sector público en el que, entre otras cosas, presidió Astilleros Españoles. Estuvo tres como consejero delegado y presidente de Iberia, donde aplicó un dificilísimo plan de ajuste que incluyó recorte salarial y 3.000 bajas, y de donde salió como algo "lógico y natural". "Para ser presidente de Iberia, y así se lo he dicho a Xabi [Xabier de Irala, su sucesor en el cargo], hace falta tener tres conexiones fuertes: con la SEPI, con el Ministerio de Industria y con el de Economía, y con el nuevo Gobierno yo no las tenía, así que iba a durar poco".
Francisco Luzón, presidente de Argentaria, sí tenía buena relación con Rodrigo Rato, vicepresidente económico, pero fue el primero en abandonar el cargo. Lo hizo el 17 de mayo, cuatro días después de que el propio Rato le comunicara el cese "de forma correctísima y haciéndome saber, de palabra y por escrito, que la decisión era absolutamente por motivos políticos".
Tras su cese, Francisco Luzón pone tierra y mar por medio. Pasa un mes en la Universidad de Chicago y a su regreso se va de vacaciones. Transcurridos seis meses y un día desde que cerrara la puerta de su despacho en el paseo de Recoletos, se incorpora, unas manzanas más arriba, al Banco Santander como consejero director general adjunto al presidente, Emilio Botín. Cuenta así en su currículo con importantes cargos en tres de los cuatro grandes grupos bancarios españoles -BBV, Argentaria y Santander-, en los que ha trabajado 24 de sus 48 años. No le extraña ir a la competencia en un sector que califica de "muy competitivo". "Además están los comportamientos éticos de cada uno". Paco Luzón dice sentirse "muy cómodo". "Me hubiera costado cambiar de sector".
Los despachos
Por el contrario, hay otros que cambiar era justo lo que querían. Como Miguel Cuenca, ex vicepresidente del grupo público Téneo (hoy SEPI), que dice haberse ido del sector público "por convicción" y haberlo pensado antes de que ganara el PP. Después de trabajar 20 años en él, donde ha vivido, entre otras cosas, la reforma laboral de la transición y la reconversión industrial, confiesa que estaba "hasta la coronilla de temas de primera línea". Y tras rechazar la presidencia del Consejo Económico y Social, en septiembre pasado monta con unos socios un despacho de asesoramiento laboral y trabaja, además, para el grupo Eulen como asesor."Me siento más liberado y relajado", dice Cuenca. Sentimiento que no coincide con el de su antiguo jefe, Javier Salas, que presidió Teneo los seis años anteriores a la llegada al Gobierno del PP. "Hombre, justamente relajado no estoy", dice, "aunque sí contento y divertido". Es consejero de Iberia y presidente de la Fundación Entorno, pero profesionalmente se siente ahora desligado del sector público. Con otro ex del INI (el antiguo Instituto Nacional de Industria), Ángel García Altozano, ha montado Saga, un despacho de servicios financieros. Es de los que prefieren no mirar atrás, quizá para no hurgar en una pequeña herida que aún sangra: la desaparición del proyecto Teneo "como nombre, ya que la estructura del grupo sigue funcionando tal y como yo la diseñé".
Salas trabajó en el INI -luego Teneo- 23 de sus 49 años, y admite que no es fácil adaptarse a la nueva vida. Sin embargo, dice también que no echa nada de menos, "salvo a las personas". "Trabajé con muy buenos y potentes equipos y tenía muchos afectos personales y profesionales".
Desde luego, no todos los va a perder. Su despacho mantiene mucha relación con el de Javier Vega de Seoane -Gestlink-, también ex INI, y donde ahora acude cada día Javier Álvarez Vara, de 53 años, ex presidente, entre otras empresas, de Inespal e histórico de la plaza de Salamanca, sede del grupo público.
La infraestructura
Mientras decide su futuro, Álvarez Vara realiza labores de consultoría, "asilado", como él dice, en el despacho de sus amigos. No le importa hacer balance y además es sincero. Admite que echa de menos el coche con chófer, "por lo incómodo que es conducir y aparcar en Madrid", y no ser dueño de su agenda. "Cuando eres presidente de grandes empresas, los demás se amoldan a tí, y ahora que tengo que vender mis servicios es al revés, yo me tengo que amoldar a los demás". En el lado positivo de la salida destaca que tiene más libertad, y compensa la pérdida de tranquilidad que da tener nómina mensual con la indemnización recibida, que le permite "no tener agobios económicos". En el grupo público, la indemnización tradicional es de un año de trabajo o 45 días por año, con 42 mensualidades de límite. Un alivio para las penas de nostalgia, que alguna hay.La mayoría no admite sentir añoranza. Pero ¿cómo no tenerla tras muchos años en el poder? Un ejemplo: Pedro Pérez, anterior presidente de Tabacalera. Reconoce que su paso al sector privado ha sido fácil por gradual, ya que va desde lo más público -cinco años como secretario de Estado de Economía- a lo mixto -la empresa de tabacos, con fuerte presencia privada-, y de ahí, a lo privado, a Bankers Trust, donde se incorpora como responsable para España en septiembre pasado. Cree que el sector público "es mucho más duro que el privado" y que "es el poder el que tiene agarrado al alto cargo, y no al revés". Y aún así, si se le dice: ¿Volvería a lo público?, sonríe y responde: "Prefiero no hacerme esa pregunta".
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