El Racing resucita al Rayo
Máximo Hernández apostó por la audacia y acertó
RACING 1 - RAYO VALLECANO 2Ni contigo ni sin tí tienen mis males remedio. Marcos Alonso ensayó ayer un nuevo centro del campo: dejó en el banquillo a Jaime, el cerebro un tanto apagado del Racing, y prescindió de la opción rusa -Bestchastnykh y Faizulín- a pesar de su enorme prestigio ofensivo. El experimento fue saldado con un cierto fracaso. El centro del campo no fue precisamente un foro de cabezas pensantes, y la delantera -Correa y Alberto- malograron demasiadas ocasiones de gol. El jugador uruguayo, un especialista en el uno contra uno, perdió siempre en el mano a mano con el meta Contreras, el héroe, sin duda, de su equipo.
Si el cambio de hombres no es capaz de sacar al Racing de la larga crisis en que se halla sumido, habrá que preguntarse si no es el sistema de juego el que está bloqueando una línea de juego más coherente. No puede negarse a los jugadores racinguistas voluntad, entrega y sobre todo obediencia ciega a un esquema táctico tal vez demasiado rígido y encorsetado. Pero la obediencia, cuyo valor es indiscutible como regla monástica, no es precisamente la mejor medicina para que florezcan la imaginación creadora y el talento, dos virtudes que necesitan antes que nada de cierto margen de libertad para manifestarse en plenitud.
Racing: Ceballos (Marcos, m
80); Diego López, Merino, Schurrer, Javi López; Esteban (Jaime, m. 58), Zalazar, Arpón, Villabona; Alberto y Correa (Chema, m. 78).Rayo Vallecano: Contreras; Alcázar; Cota, Martín González, De Quintana, José María; Radchenko (Climowicz, m. 68), Ezequiel Castillo, Moreau, Barla (Andriasevic, m. 45) (Abdellaqi, m. 76); Guilherme. Goles: 1-0. M. 12. Alberto bate por bajo a Contreras a pase de Villabona. 1-1. M. 80. Klimowicz, de penalti. 1-2. M. 88. Guilherme. Árbitro: López Nieto. Amonestó a Esteban Torres, José María, Jaime, Martín González y expulsó por tarjeta roja a Ceballos. También mostró tarjeta al entrenador del Rayo Máximo Hernández. 13.000 personas en El Sardinero.
Con esa libertad trabajó el Rayo Vallecano su victoria, cuando Máximo Hernández mandó quemar las naves. Todo estaba perdido y adelantó las líneas de su equipo para jugarse el todo por el todo. Ante una situación límite, el técnico del Rayo apostó por la audacia y tuvo suerte en el envite. En el minuto 80 empataba Klimowicz de penalti, y a dos del final el ariete brasileño Guilherme marcó un gol de auténtico crack. En diez minutos, todo cambió de signo. El sueño europeo del Racing se quedó en eso, en un puro sueño. Y el Rayo, hasta ese momento un cadáver exquisito resucitó de sus cenizas, y se quedó con el partido y con la esperanza que es lo último que se pierde.
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