_
_
_
_
FÚTBOL 33ª JORNADA DE LIGA

Demasiado para el Logroñés

Partido excesivamente práctico del Madrid en Las Gaunas

Luis Gómez

El Madrid no dispensó al Logroñés trato de favor. No se apiadó de la humilde condición de su rival. No se dejó impresionar por las noticias que corren por Las Gaunas, donde parece que han aceptado de buen grado que el equipo desciende sin remedio (aquí nadie hace las cuentas de la lechera, ni se habla de planes de salvación, mientras se negocia con Aimar cómo hacer un buen equipo para la Segunda División). Le aplicó el correctivo de rigor, la presión de costumbre, ese esquema blindado según el cual hasta seis hombres se colocan en permanente custodia del área. Demasiado para el Logroñés, cuya actuación ofensiva puede resumirse en una sola jugada con cierta apariencia. Capello estaba tan enfadado en el minuto 1º como en el 80º: estaba claro que el Madrid vino a Logroño exclusivamente a conquistar tres puntos. Todo lo demás sobraba.El público no se esperaba esto del líder. Le recibió con ambiente de fiesta porque vive sin drama el camino hacia el descenso. La tarde era soleada, sonaba la música en las gradas y se apreciaba buena disposición de ánimo entre la concurrencia. Había ganas de disfrutar. Para remate, el Logroñés regalaba medio partido con una alineación excesivamente defensiva, más pendiente de no recibir una goleada que de intentar ser el protagonista de la jornada. Toda su acción ofensiva la puso en manos de Rubén Sosa, que solventó la tarea con un par de vistosos regates en zona de nadie. El público aplaudió, por supuesto, porque era tarde festiva.

Logroñés: Aizkorreta; Kientz (Manel, m

70), Voro (Castaño, m. 78) Canals, Iván Rocha, Ricardo; Abadía, Jubera, Uriz, Morales (Jordi, m. 70); Rubén Sosa.Real Madrid: lllgner; Chendo, Alkorta, García Calvo, Roberto Carlos; Víctor (Ze Roberto, m. 80), Seedorf, Redondo, Raúl; Suker y Mijatovic (Amavisca, m. 66). Goles: 0-1. M. 34. Seedorf penetra por la izquierda despúes de pugnar con un par de defensores del Logroñés. Consigue un pase atrasado que pilla mal tanto a defensas como compañeros, pero el balón llega virgen a Víctor cerca del borde al área, que remata de un potente disparo. 0-2. M. 65. Saque de banda de Roberto Carlos hacia el primer palo, donde Aizkorreta y Voro se hacen un pequeño lío que aprovecha Raúl para llevarse el balón y trasladarlo al interior de la portería. Árbitro: Fernández Marín. Amonestó a Uriz y Seedorf. Las Gaunas, 16.000 espectadores.

Más información
"Tres puntos, ya falta menos"
¿Ronaldo, 50 o 2001?
¡Qué bello dialogo Iván-Ronaldo!'
El Barça triunfa en otro duelo colosal
Josete salva al Betis en Anoeta
El Zaragoza no se esforzó para ganar al Hércules
El Compostela fue más práctico
El Valladolid mete al Sporting en zona de peligro

También era de público dominio que Abadía tomaría el mando del centro del campo, pero Abadía no pudo ser el de otras tardes porque el destino le deparó trabajar en la misma calle por donde pasaba continuamente Roberto Carlos con el cuentakilómetros en marcha. Demasiado para Abadía, que hace unos meses iba de puerta en puerta trabajándose clientes para una compañía de seguros mientras Roberto Carlos musculaba sus bíceps en el gimnasio. Así que Abadía se limitó aordenar viva voz a sus colegas y a tener alguna que otra discusión con Rubén Sosa. Abadía terminaría haciendo las veces de lateral derecho, un trabajo más liviano visto el panorama.

Todos estos detalles pasaron inadvertidos para el Madrid de Capello. Para el Madrid, este domingo primaveral en la capital de La Rioja era jornada laboral. Al primer minuto de juego, sin mediar más acciones que un par de pelotazos sin cuento, Capello abroncaba a García Calvo, que vivió un cuarto de hora intimidado. García Calvo no acertaba a ubicarse en el campo al gusto de su entrenador y se movía nervioso por el terreno de juego.

Habría que añadir que, en ese cuarto de hora, el Logroñés no había conseguido construir una jugada. Pero daba igual. Capello quería tensión, máxima concentración. Estaban en juego tres puntos, y el mismo valor tienen en Las Gaunas que en el Camp Nou.

Así que estaba claro que para el Logroñés la disposición táctica del Madrid era un tratamiento de choque desproporcionado. De ninguna manera estaba en condiciones de atravesar la línea de protección madridista. Otra cosa sería adivinar qué estaba dispuesto a hacer el Madrid para cumplir con la segunda parte de su trabajo: marcar al menos un gol. Y en ese punto, el Madrid también actuó sin concesiones: el juego de costumbre, el balón largo, los pases al segundo palo, el contraataque y el protagonismo de Roberto Carlos en las acciones a balón parado.

Media hora bastó para que Víctor se encontrara un balón de fortuna e inaugurara el marcador. Hasta entonces, el público había ovacionado una media chilena de Mijatovic y cualquier cosa que hiciera Roberto Carlos. Pero, para su desgracia, el Madrid no estaba dispuesto a hacer mucho más.

Estando el partido resuelto, la segunda parte fue un auténtico horror: el Madrid sin variar sus esquemas y el Logroñés sin porvenir. Mientras Capello vigilaba desde la banda, sus hombres parecían cumplir sus consignas.

Parecían, porque Capello permanecía permanentemente enfadado. Ni siquiera se relajó tras el segundo gol, que llegó en una acción de infortunio, de esas que jalonan el devenir de los equipos en desgracia. Demasiado para el público de Logroño, que no se merecía esto porque quería disfrutar de una tarde espléndida y festiva. Tanto fue así que ni el juego del Real Madrid ni el no juego del Logroñés agriaron en esta ocasión su carácter.

El público del estadio de Las Gaunas terminó celebrando los goles que se producían en otros campos (algunos de los cuales beneficiaban a su equipo) y silbando a Suker. ¡Silbaba a Suker porque fallaba cada remate! Ni siquiera este detalle afectó a los hombres de Fabio Capello. No hubo concesiones: la jornada laboral terminaba en el minuto 90.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_