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La situacion política en Italia pone en el alero la misión europea en Albania

El desembarco de la Fuerza Internacional le Protección (FIP) en Albania quedó ayer en una situación incierta debido al recrudecimiento del conflicto político interno italiano. Éste motivó, por un lado, una declaración favorable a la dimisión del presidente albanés, Sali Berisha, por parte del viceministro de Exteriores de Roma, Piero Fassino, que fue rechazada por Tirana como "una injerencia intolerable". El Gobierno de Romano Prodi sigue, además, sin contar con los votos necesarios para que la Cámara de Diputados apruebe hoy la Participación en la FIEP.

En caso de que Prodi no lograra hacer pasar su propuesta, la participación del país llamado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) a dirigir la fuerza europea quedaría en suspenso, cuando las tropas francesas y españolas han iniciado ya el viaje hacia sus objetivos. El Gobierno italiano caería automáticamente. Nadie puede pensar que Francia o España se arriesgarán a desembarcar en Albania en tales condiciones, que, por su trascendencia para la propia Italia en todos los planos, es improbable que se realicen.Romano Prodi elogió ayer ante el pleno del Senado italiano la respuesta positiva inmediata: de España y Francia de participar en la misión internacional. "La política europea no es sólo moneda, sino saber afrontar las responsabilidades regionales que una política europea implica", declaró.

Pero la sucesión de errores gubernamentales y maniobras políticas de corto alcance registradas en Italia en los últimos días acerca de este problema de Albania es tan asombrosa que la duda sobre lo que ocurrirá hoy en la Cámara merece al menos un margen mínimo. En pocas horas, se ha pasado sin muchas justificaciones de un teórico clima de colaboración entre la mayoría y la oposición para hacer frente a "las responsabilidades de Estado" que plantea el desmembramiento institucional del país vecino, a otro de enfrentamiento a muerte.

Tanto el centro izquierda como el centro derecha han presentado resoluciones favorables a la participación en la FIP, pero el Polo de las Libertades votará en contra de la resolución del Olivo, y requiere al centro izquierda para que vote su moción. Silvio Berlusconi exige, en definitiva, que el Gobierno apoye a la oposición, lo que, para Prodi, sería un suicidio.

Lo único que no ha cambiado es la negativa absoluta del Partido de la Refundación Comunista (PRC) a dar al Gobierno los votos imprescindibles para que su moción sobre Albania sea aprobada en la Cámara de Diputados. El líder del PRC, Fausto Bertinotti, afirma que la misión guiada por Italia no es humanitaria, sino política, y que servirá, en cualquier caso, para sostener a Berisha y su régimen.

Tal vez por el debate que esta posición ha generado en toda la izquierda, o por querer lanzar un mensaje encubierto y mal calculado orientado a facilitar el despliegue de los soldados italianos entre los rebeldes del sur, Piero Fassino, viceministro de Asuntos Exteriores, declaró ayer en una reunión de la dirección del PDS, su partido, que "es clarísimo que Berisha se debe marchar". "Al menos", añadió, "por lo que se refiere a nosotros, y cuando digo nosotros no digo sólo el PDS, sino el Gobierno".

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Estado soberano

El Ministerio de Asuntos Exteriores albanés, que no es afín al presidente, replicó con una nota en la que recuerda que "Albania es un Estado soberano con derecho soberano a decidir sobre las instituciones legítimas del país" y afirma que este incidente es "aún más inaceptable" al tener Italia el mando supremo de la FIP.La declaración de Fassino disparó, por otra parte, la agresividad del Polo, que planteó al Gobierno el ultimátum ya indicado, que no ha sido tomado a broma. Anoche, el Olivo se abstuvo cuando la propuesta del Polo se votó en el Senado, donde la moción de la mayoría pasó sin problemas, porque el Gobierno cuenta en esa asamblea con suficientes votos aún sin contar los que controla Bertinotti. Pero en la Cámara, la distribución de escaños es otra, de modo que, si nada cambia, Prodi deberá sobrevivir con la ayuda de algunos tránsfugas o ausentes del último minuto. Ahora bien, quedará seriamente tocado.

Cada partido va a lo suyo

El clima de enfrentamiento generalizado a que han llegado los partidos italianos sobre la cuestión de Albania no es sólo el resultado de la falta de previsión del Gobierno de Roma ni de su incapacidad manifiesta para responder adecuadamente a un creciente clima de xenofobia en el que se inscribe, por necesidad, el trágico incidente del barco que se hundió en el Adriático con decenas de refugiados albaneses a bordo. Un complejo cálculo de intereses y de proyectos políticos explica este desenlace en el caos, que para la imagen internacional de Italia tiene un coste elevado.Posiblemente, el más sorprendido sea el líder del Partido de la Refundación Comunista (PRC), Fausto Bertinotti, que, en este caso, se ha limitado a repetir el juego que viene haciendo desde hace un año: vender carísimos, y por la izquierda, los votos que mantienen precariamente vivo al Gobierno de Romano Prodi, sin comprometerse un ápice en la política del Gabinete que de él depende. Bertinotti se mostró desde el principio incrédulo sobre la perspectiva de que su relación con el Olivo se rompiera por el problema albanés, y dijo que le parecía mucho más probable que Prodi cayera durante el debate sobre la reforma del Estado del bienestar, que se abordará en mayo.

Pero es posible que esto fuera, sobre todo, la expresión de un deseo, porque el Partido Democrático de la Izquierda (PDS), que teme mucho más la competencia del PRC en los temas sociales que en este de Albania, convirtió inmediatamente la divergencia sobre política exterior en una cuestión vital y puso a Bertinotti en la tesitura de rectificar o responsabilizarse de la caída del primer Gobierno con ex comunistas que han tenido los italianos.

Massimo D'Alema, el líder del PDS, podía permitirse este reto, porque confiaba en sustituir los votos del PRC por los, de Forza Italia y el Polo de la Libertad, sin más costes que la posible apertura de una crisis de Gobierno controlada, hacia junio. Para entonces, debería estar ultimado el acuerdo de reforma del Estado en un sentido presidencialista, de la justicia y del sistema televisivo, que D'Alema ha cerrado con Silvio Berlusconi. En ese momento, Bertinotti quedará en desventaja, pues la reforma introducirá un sistema electoral menos proporcional que el actual, en perjucio de los partidos pequeños.

No obstante, el acuerdo entre D'Alema y Berlusconi tampoco le gusta al principal aliado de éste, Gianfranco Fini, líder de Alianza Nacional, que dijo que sólo apoyaría la misión en Albania si Prodi reconocía haber perdido la mayoría y dimitía acto seguido. La rígida posición de Fini dividió a los socios del Polo, pero la intervención de ayer del viceministro Piero Fassino en contra de Sali Berisha tuvo la virtud de volver a ponerles de acuerdo.

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