La antigua Elisabethville ansía el cambio
El inmenso terreno en el centro de la ciudad recuerda que Lubumbashi, segunda ciudad de Zaire, con cerca de un millón de habitantes, debe su riqueza a las minas de cobre de la región. Pero las instalaciones oxidadas de la Gécamines, dominadas por una chimenea que no echa más humo, son un ejemplo de un país que se derrumba. Hoy la producción de cobre de la Gécamines se sitúa a menos del 10% del nivel de 1988, cuando el famoso cinturón del cobre de la provincia de Shaba (cobre en suajili) albergaba los mejores yacimientos del mundo.
La ciudad, conocida como Elisabethville cuando el Congo era belga, tiene todavía un aire de grandeza y las bellas mansiones coloniales, todavía bien conservadas, son testigos de su rico pasado. La Gécamines, que contó con hasta 35.000 empleados, contribuyó mucho al bienestar de la región. A pesar de esta relativa prosperidad, el régimen de Mobutu Sese Seko es unánimemente rechazado. "El matrimonio Mobutu-pueblo es una realidad. Un solo padre. Un solo partido", afirma un cartel de propaganda de la época del Partido-Estado que sobrevive incongruente al lado de la carretera. El chófer del taxi explica que, si no estuviera colocado al lado de un cuartel, ya habría sido derribado como los demás. Un poco más lejos, varias pintadas instan al líder de los rebeldes, Laurent Kabila, y sus tropas a apoderarse de la ciudad. En Lubumbashi, como en otras partes de Zaire, la población reclama el cambio a toda prisa, con tal de que el actual régimen de Mobutu desaparezca: "Uno no sabe lo que nos tiene reservado el futuro, pero no puede ser peor".
Alimentos que no llegan
Un centenar de desplazados zaireños espera delante de la alcaldía de Lubumbashi. Huyeron del avance de los rebeldes. Algunos llegan de Bukavu, a más de 1.200 kilómetros de distancia, junto a la frontera de Ruanda. La Cruz Roja local les ha prometido los víveres que fueron entregados al ayuntamiento, pero los desplazados acaban de enterarse de que el cargamento ha sido confiscado por los agentes del SNIP, el servicio secreto del régimen de Mobutu. Un maestro originario de Uvira estima que se equivocó al huir y le gustaría volver a su casa.La población de Lubumbashi teme más los saqueos del Ejército zaireño que la llegada de los rebeldes de la Alianza de Fuerzas Democráticas de Liberación de Congo-Zaire, el grupo liderado por Kabila. Desde hace dos semanas, las autoridades locales exhortan a los soldados a no saquear más. Además, varios militares de Shaba abandonaron las armas y los uniformes y volvieron con sus familias. Los oficiales ya han sacado a sus familias y sus bienes por avión en dirección a Kinshasa, la capital de Zaire.
"Aquí se libra, ante todo, la guerra de las materias primas", estima un directivo de la Gécamines. Dentro de poco, los rebeldes zaireños controlarán la totalidad del "Zaire útil", una verdadera despensa geológica de la que tanta riqueza sacó el régimen de Mobutu.
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