Vocaciones tardías

La Universidad, una asignatura pendiente para muchos. Al menos para el millar de alumnos, todos mayores de 25 años, que ayer se examinaron de las pruebas de acceso en la Universidad Complutense.

Algunos disimulaban tranquilidad antes del examen, otros escondían los nervios tras el humo de un cigarro. A todos les unía la esperanza de aprobar el examen y poder cumplir el sueño de estudiar una carrera universitaria. Era el caso de Carmen de Carlos, una mujer de 45 años que ayer acudió al examen con los pies vendados por culpa de dos esguinces. "En otras etapas de mi vida no he podido estudiar, y ahora sí voy a poder hacer Derecho o Ciencias Empresariales. Es la ilusión de mi vida".

La envidia a su mujer, licenciada en Filología Hispánica, y a sus hijos, dos de ellos ya universitarios, ha llevado a Alfonso Hidalgo, de 42 años, al campus a intentar acceder a la Facultad de Derecho. "Soy el cabeza de familia y el único sin carrera. Ahora mis hijos me toman la lección y mi suegra pone velas para que apruebe". En la puerta, y durante las cinco horas que duró la prueba de la que se examinó su marido, esperó María Arteseros con su niña, recién nacida.

"Estoy yo más nerviosa que él, porque he sido yo la que le he apuntado. Siempre quiso estudiar Historia y ahora puede. Más le vale aprobar", dijo la mujer.