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El 'cuarto poder' cambia de chaqueta

La prensa sensacionalista británica empieza a volver la espalda a Major tras lustros de fervor conservador

Es un secreto a voces en los círculos políticos y periodísticos londineses: la prensa nacional, en su mayoría conservadora, está desertando de las filas tories. Esta tímida marea ha llegado también a los tabloides, media docena de diarios que, con sus abrumadoras tiradas -más de diez millones de ejemplares diarios en total-, son verdadero alimento espiritual del ciudadano de a pie británico. Hasta The Sun, un periódico que se atribuyó parte del crédito por el triunfo de John Major en las elecciones de 1992, empieza a desmarcarse de la causa conservadora en vísperas de una campaña electoral que puede reservar muchas sorpresas periodísticas.Los primeros síntomas de cambio se observaron en The Sun el pasado otoño. El discurso del líder laborista en el congreso de su partido fue recibido con el titular 'A breath of fresh Blair' (un soplo de Blair fresco), jugando con los términos "air" (aire) y "Blair". Ayer, día en que el primer ministro hizo pública la fecha de las elecciones generales, The Sun se descolgó con un artículo en exclusiva del líder laborista en el que Blair declaraba en grandes titulares: "Soy un patriota". La deserción de la prensa popular, con la única excepción del fiel The Dady Express, puede ser el golpe de gracia a las aspiraciones conservadoras de conquisar un quinto mandato. Porque los tabloides -periódicos de formato pequeño y contenido sensacionalista frente al tradicional roadsheet, sesudos y de tamaño sábana- esconden bajo su aspeco barato y sus titulares escandalosos un enorme poder. Algunos como The Dady Mad y su dominical Mail on Sunday representan, dicen, a la Inglaterra profunda, un tanto madura, conservadora y cautelosa a la hora de acepter lo que llega "de fuera". El Mail es un periódico devoto de las causas humanas, pero también severo guarán de los intereses nacionales. The Sun -junto al dominical ws of the World y los rotativos serios The Times y The Sunday Times, todos de Rupert Murdochque, con sus cuatro millones de ejemplares diarios, lidera el mercado nacional es sinónimo, en cambio, de un cierto hooliganismo frívolo.

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"Todo eso no es más que una fantasía romántica, muy sólidamente establecida, pero totalmente falsa", opina James Curran, profesor de Comunicaciones en la Universidad de Londres y autor de un clásico sobre la prensa -británica, Power without responsibility (Poder sin responsabilidad). "La cruda realidad es que los lectores del Mail son en su mayoría votantes laboristas o liberal-demócratas". Y en cuanto al fenómeno Sun, Curran explica que el tabloide apoyó al laborismo hasta mediados de los años setenta. "La llegada de Murdoch, un hombre de extrema derecha, ha dado un giro al periódico, con total indiferencia hacia las opiniones de sus lectores" afirma.

¿Puede tal cosa ser posible? "Sí", insiste Curran, "por la sencilla razón de que la prensa tabloide se lee por puro entretenimiento". Cualquier lector no advertido podría sufrir una conmoción con templando algunas portadas de The Mirror, con más de dos millones de tirada diaria y el único de los tabloides que defiende una línea prolaborista. Campañas xenófobas -contra Alemania o Es pana, por ejemplo, a propósito de la guerra del fletán con Canadá o la Eurocopa de fútbol del año pasado-, que pretenden aumentar la autoestima nacional a base de insultar a otro país, se combinan con historias repletas de sexo y su cesos de variada índole. La misima fórmula que el Sun. Después de todo, la famosa página tres del Sun -donde aparece invariablemente la fotografía de una joven semidesnuda- se ha convertido en una institución respetable tras lanzar al estrellato a bellezas nacionales como Samantha Fox.

Pero la verdadera medida de la importancia que la prensa tabloide tiene en el Reino Unido se palpa en el respeto y el pánico que inspira en círculos periodísticos y políticos. No es casual que el jefe de información política de The Sun, Trevor Kavanagh, haya recibido el premio más prestigioso al mejor periodista político del año, o que sea un columnista del Mail el que se haya llevado el correspondiente a su especialidad. Tampoco es casual que los periodistas crucen la frontera entre prensa seria y prensa, tabloide con la mayor naturalidad. El director de The Dady Telegraph se pasó al Evening Standard no hace mucho; el comentarista político de The Independent forjó su carrera en The Sun. Misterios del periodismo británico. "Hay que comprender", dice James Curran, "que la prensa tabloide también funciona con criterios de calidad. En medio del sexo y la truculencia, florece, a veces, una información política o económica bastante buena".

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