Minutos desde el silencio
Una escuela enseña música e interpretación a niños que padecen sordera total
Pedro Martínez es profesor en la Facultad de Filología de la Universidad Complutense. Nada en ello habría de excepcional si no fuera por un pequeño detalle: Pedro es completamente sordo. Ni siquiera el más perspicaz de los alumnos podría sospecharlo a juzgar por su capacidad de comprensión y su habla fluida; sólo una leve tendencia al silabeo permite escudriñar algún indicio de que el título superior de este hombre tiene un valor añadido irrefutable. Martínez fue uno de los primeros discapacitados auditivos que acudió al Método Actualizado Español de Reeducación de Sordos (Maers), una escuela madrileña que demostró ayer, en un auditorio de la Junta Municipal de Ciudad Lineal, cuán cierto es aquello de que sólo es sordo el que no quiere oír.Los padres del método responden al nombre de José Ramón Hidalgo, otorrinolaringólogo, y Ester Pita, logopeda, dos profesionales que se conjuraron hace más de 20 años para que los sordos obtuvieran información de los propios sonidos. ¿Pura paradoja? "Falta la audición, sí, pero aun así es posible entender el lenguaje", se esfuerza en explicar Pita. Y aclara: "Se trata de un nuevo concepto de percepción sonora. La metodología es larga, evidentemente, pero a través de. distintas estimulaciones estos muchachos terminan hablando incluso por teléfono. Y ello sin dejar de ser igual de sordos que el primer día".
El escepticismo es libre; la realidad, tozuda. Los chiquillos que ayer intervinieron en el festival de Maers interpretaron una Caperucita Roja la mar de guasona, en la que la abuelita devora culebrones y el lobo protesta: "Mi oficio cada vez es más complicado". Era, si cabe, aún más prodigioso escuchar a cinco muchachas, sordas de nacimiento, interpretar al violín Over the rainbow o el Minueto número 3 de Bach. O a siete renacuajos siguiendo con las palmas, medio muertos de risa, En un mercado persa, de Ketèlbey. Su profesora de música, la licenciada en piano Elena Esteban, exclamaba: "Resulta excitante poder transmitirles experiencias desde este otro mundo del sonido. Son niños rabiosamente optimistas y terminan no sólo conociendo todas las melodías, sino llamándote la atención cuando desafinas...".
Dos actores en alza, Ana Duato (Médico de familia) y Juan Imedio (El súper), presentaron la gala de forma desinteresada. La pretendiente televisiva de Emilio Aragón se confesaba atónita. "Me temo que Juan y yo lo hacemos bastante peor que ellos", murmuró. Imedio, que tiene un muy jovencito familiar sordomudo, reflexionaba: "Creo que si viera a mi hijo, presunto disminuido, por encima de los demás, se me pondría la carne de gallina".
Para un sordo, descubrir el sonido es una impresión aún más portentosa. Sólo Pedro Martínez, el filólogo, se atrevió a describirla: "De repente adviertes que el parpadeo del intermitente se corresponde con ese tic tac, o que cada caja de música desprende una melodía distinta. y hermosa", relató.
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