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Debate paralelo en el patio de butacas del pleno

José Manuel Romero

El debate sobre la ciudad del futuro -un proyecto del PP que recalifica todo el suelo rústico de Madrid para levantar 307.000 viviendas y reserva espacios para hacer una Ciudad Olímpica- convirtió ayer la tribuna de invitados del salón de plenos en una trinchera desde la que se disparaban invectivas de todas las ideologías.Se concentró la opinión pública en el patio de butacas para asistir a la representación parlamentaria. Allí estaban revueltos técnicos de la confianza del PP, ediles socialistas y de IU, sindicalistas, vecinos, trabajadores de industrias de renombre y periodistas.Los vecinos de Orcasitas protestaban contra un futuro hipermercado que "acabará con el pequeño comercio"; los de Aluche pedían más equipamientos y menos casas; los sindicalistas tampoco querían casas, preferían industrias; la izquierda cargaba contra los planes del centro-derecha; el centro-derecha despreciaba los argumentos de la izquierda.

Mientras intervenían los diputados, el patio de butacas se removía como un gallinero. Hablaba Luis Eduardo Cortés, consejero de Obras Públicas: "Los socialistas no acertaron en 1985 con la reserva de suelo para oficinas, lo que ocasionó una carencia importante". El edil socialista José María de la Riva proclamaba desde su escaño de invitado: "Se ha vuelto loco. ¿Quién le ha dado esos datos? Se ha demostrado que precisamente lo que sobran son oficinas".

Intervenía Juan Ramón Sanz (IU) en la tribuna de oradores: "El crecimiento de la población se ha estancado. No hacen falta 500.000 viviendas". "Pero ¡qué burro!", contestaban desde la trinchera de los técnicos municipales fichados por el PP.

Seguía Cortés con su discurso: "Este plan general respeta el medio ambiente". En el patio de butacas seguían las risas: "El consejero se ha chutao ", proclamaba De la Riva. Después avisó: "Vamos a pedir que se devuelva el Plan General para adaptar los proyectos a la Carta Europea sobre Medio Ambiente".

José Ignacio Gómez Cuesta, director de la Oficina del Plan General, le contestó: "No hace falta revisarlo, porque tuvimos muy en cuenta esa carta europea y el plan cumple todas sus condiciones".

Por si faltaban insultos, los diputados de la izquierda se cebaron con el Plan General: "Infinitamente malo, caótico, injusto, privatizador, catastrófico, insolidario, antisocial, especulativo... Más que plan, es plano".

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