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La planta de Repsol en Pinto lleva una semana parada tras una explosión

La factoría que Repsol Butano tiene en el polígono Cobo Calleja, de Pinto (25.100 habitantes), no produce una sola bombona de butano desde la tarde del pasado jueves, cuando se registró una explosión en el cuarto de bombas. El hecho no trascendió en su día. A raíz de esta deflagración, un empleado en la compañía, Casimiro G. C., de 49 años, sufrió quemaduras graves en manos y cara, así como cortes múltiples con los cristales de las ventanas, que se hicieron añicos. La empresa no creyó necesario informar de lo ocurrido a la Dirección de Protección Ciudadana de la Comunidad.

El trabajador herido permanece ingresado, ya fuera e peligro, en el Hospital Universitario de Getafe. La compañía, que aún no ha realizado una evaluación económica de los daños, califica lo ocurrido de "incidente muy pequeño".Los hechos se desencadenaron a las 20.20 del 6 de marzo en una nave lateral del complejo industrial que la sociedad petroquímica posee en Pinto. Por causas que aún están por determinar, se registró un exceso de presión en el circuito del gas y una de las válvulas cedió. Unos tres kilos del fluido, según Repsol, se liberaron y terminaron estallando, seguramente debido al exceso de calor. Casimiro G., técnico de mantenimiento y vecino de Getafe, era en ese momento el único empleado que se encontraba en las instalaciones siniestradas, ya que, por la hora del accidente, los trabajadores del segundo turno acababan de concluir su jornada.

Pese a que la empresa no considera grave lo sucedido, ésta ha reconocido que desde el momento de la explosión se encuentra paralizada por completo la producción en la factoría pinteña. Esta planta, "una de las más grandes y modernas del mundo en la producción de butano", según la propia compañía, fabrica del orden de 11 millones de bombonas al año y cuenta con cuatro carruseles o líneas de producción. "Se está aprovechando para realizar una revisión a fondo de todas las instalaciones. Nos hemos podido permitir ese lujo porque ésta es una época de menor actividad comercial", adujo el encargado de relaciones externas de Repsol Butano, José María Pérez Prim.

La peor parte de la historia se la ha llevado el trabajador herido, un hombre que hubo de ingresar en la unidad de cuidados intensivos (UCI) para grandes quemados con que cuenta el hospital de Getafe (143.000 habitantes). El personal médico tuvo que practicarle un injerto de piel para restablecer las zonas dañadas, un 6% de la superficie corporal.

Llamas controladas

Después de cinco días de observación intensa, el paciente ya ha sido trasladado a una habitación de planta. Casimiro vestía un traje de material ignífugo en el momento del estallido, lo que evitó lesiones mayores. Con todo, sufrió cortes "muy aparatosos" con los cristales del cuarto de bombas, reconocieron en Repsol.Las llamas pudieron ser controladas en pocos minutos por personal especializado, tal y como establece el plan de emergencia interior de la empresa. En ningún momento se avisó de lo ocurrido a los bomberos ni a la Dirección de Protección Ciudadana de la Comunidad, "puesto que no fue necesario", argumenta Pérez Prim.

Un portavoz de la Dirección General de Protección Ciudadana, de la que dependen los bomberos de la Comunidad, reconoció que no habían recibido ninguna llamada por tratarse de un incidente interno y que no había afectado la seguridad externa. "Si se hubiese registrado una fuga, nos tendrían que haber llamado", señaló el citado portavoz.

Una directiva de la Comunidad Europea sobre riesgos en determinadas actividades establece como accidente grave "un. hecho tal como una emisión, un incendio o una explosión, resultante del desarrollo incontrolado de una actividad industrial, que entrañe un grave peligro ( ... ) para el hombre, dentro o fuera del establecimiento", y ordena su comunicación a las autoridades competentes. Pérez Prim rebate: "Puestos así, tendríamos que avisar hasta de los simulacros de accidente. Ese tipo de definiciones de los señores de Bruselas sólo las entienden ellos".

La fábrica de Repsol en Pinto cuenta con un alto grado de automatización, pero el cuadro de bombas es, precisamente, su zona más vetusta. Esta unidad es el punto en el que descargan los trenes-cisterna de la compañía, que circulan de madrugada por la línea de cercanías C-4 (Atocha-Parla). En la actualidad, este tipo de instalaciones se construye casi como si se tratara de un cobertizo, con unas láminas de uralita. Ya que ése es el punto en el que mayor riesgo de fugas existe, se pretende así que las paredes salgan disparadas ante una eventual explosión.

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