_
_
_
_
_

La comunicación, en crisis

Durante las últimas semanas se están multiplicando los artículos y las informaciones que analizan la situación de los medios de comunicación en España, a raíz de las polémicas intervenciones del Gobierno y de la judicatura sobre el Grupo PRISA, la plataforma digital y la sociedad Sogecable. En el debate participan numerosos diarios y revistas internacionales y nacionales. Ofrecemos hoy dos opiniones: el editorial que el pasado domingo publicaron todos los periódicos del Grupo Correo (El Correo, Diario Vasco, Diario Montañés, La Rioja, Hoy, El Norte de Castilla, Ideal, Sur, La Verdad y El Comercio), titulado La comunicación, en crisis, y el artículo aparecido -en dos versiones- en Cambio 16 y Diario 16 por el asesor jurídico del Grupo 16, Gregorio Arroyo, que responde a la pregunta ¿Dónde están los 23.000 millones de Canal Plus? Ambos son muy expresivos de lo que está pasando.El sector de la comuncación en España atraviesa por uno de los momentos más críticos de los últimos años. Los factores en los que puede resumirse la crisis son, en esencia, dos. De una parte, la utilización de recursos extraprofesionales en la competencia entre los medios, y de otra, la irrupción de un fuerte intervencionismo gubernamental alentado por motivaciones que no pueden calificarse de estrictamente técnicas. La denominada batalla digital -en la que el Ejecutivo está interviniendo no sólo para ejercer sus facultades de regulación normativa, sino también por motivaciones políticas- y la judicialización (la querella interpuesta contra Sogecable) alentada desde una exacerbada hostilidad entre distintos medios de comunicación, son los síntomas más alarmantes de una situación que puede dar al traste con el capital de credibilidad social que, en particular la Prensa, ha acumulado desde el inicio de la transición democrática en España. Fue en los inicios de la democracia cuando los periódicos adquirieron en nuestro país un protagonismo que dinamizó a la sociedad española, preservó con equilibrio el pluralismo de las distintas opciones ideológicas e impulsó, con su apoyo al sistema democrático, una decisiva modernización intelectual de los españoles. Tras los medios se situaron, en ocasiones con enormes dificultades financieras y políticas, editores y empresarios que en profunda complicidad con la profesión periodística desplegaron un alarde de riesgo económico y coraje político. Muchos fueron los que, después, fracasaron, y otros, quizás los menos, los que consolidaron posiciones en el mercado y lograron, años después, realidades empresariales multimedias que, aunque en algunos casos con trayectorias más cercanas a corrientes partidistas o gubernamentales, han triunfado por sus méritos intrínsecos que el mercado ha ido reconociendo con un dictamen permanente.Límites desbordados

La nueva generación de medios de comunicación aparecida en los últimos años de la década de los ochenta -impulsada por una revitalización del mercado publicitario y por la percepción del inicio de otro ciclo político en España, coincidente con el declive de las expectativas del socialismo gobernante desde 1982- inyectó un nuevo espíritu en la comunicación en España que culminó con la irrupción de las televisiones privadas en dura pugna con las dos cadenas estatales y la proliferación de autonómicas.

La pelea por los posicionamientos en el mercado, sin embargo, comenzó a deteriorarse al entenderse la competencia desde la hostilidad, y la diferencia desde el alineamiento con opciones de poder o de contrapoder. La situación que hoy se padece en el sector de la comunicación arranca, justamente, del desbordamiento de los límites, empresariales y editoriales, en la pugna legítima por el mercado de lectores y anunciantes. Un desbordamiento que se fraguó, no tanto en la rivalidad lógica, como en el acaparamiento de unos y el resentimiento de otros.Desde una concepción de la comunicación como la que quiere practicar el Grupo Correo, que es profesional en la gestión empresarial y editorial; que entiende la independencia sostenida en la rentabilidad como un factor de credibilidad y que cree en la competencia como un instrumento de constante mejora en la gestión, en la tecnología y en la información y, en definitiva, en una idea también de servicio como referencia última de la actividad mediática, la actual situación merece una profunda preocupación. Que requiere, por ello, de una seria reflexión que sirva para que se recapacite sobre la necesidad de reconocer la labor realizada por editores y medios hoy puestos arbitrariamente en la picota; para reformular el modelo de relaciones entre los periódicos, las radios y las tele visiones, sustituyendo la hostilidad por un entendimiento leal de la competencia; para propiciar las condiciones para que todos los medios de comunicación, en su distinta dimensión, tendencia editorial y proyecto empresarial, tengan sitio en el mercado; para evitar la judicialización de las diferencias o la criminalización de comporta mientos mercantiles y/o técnicos y para reclamar del Gobierno que practique el principio de mínima intervención normativa y política en un sector que debe regenerar su actual ambiente y afrontar el futuro con garantías de solvencia para su expansión y fortalecimiento.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

El Correo Español. El Pueblo Vasco. (Domingo, 9 de marzo de 1997).

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_