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Batalla por la imagen de Moscú

Movilización en la capital rusa contra una estatua de Pedro I tachada de "catástrofe estética"

Pilar Bonet

El monumentalista Zurab Tsereteli, el autor del Huevo de Colón de Sevilla y, en la práctica, el escultor municipal de Moscú, está en apuros. La oposición popular a la estatua del zar Pedro I el Grande, una figura de ojos saltones y barrocas formas que ha aparecido en una bifurcación del río Moscova, ha adquirido tal intensidad que el alcalde, Yuri Luzhkov, preocupado por su carrera hacia la presidencia, de Rusia, considera seriamente la posibilidad de "sacrificar" su colaboración con el escultor, un diligente georgiano con gran capacidad para las relaciones públicas, cuya industria de producción de monumentos da trabajo a centenares de personas, según la revista Stolitsa. Ante la estatua en bronce de Pedro I, que algunos califican ya de "catástrofe estética", los moscovitas han puesto el grito en el cielo. El conjunto tiene 70 metros de altura (el equivalente a un edificio de 25 plantas) y está siendo erigido para conmemorar los 300 años de la creación de la flota rusa.Las creaciones de Tsereteli -esta vez en forma de personajes de cuentos populares decoran también el centro de la capital, que está siendo reabierto al público estos días tras un largo periodo de obras. En la plaza del Manezh, las estatuas de acabado kitsch contrastan desagradablemente con los austeros muros del Kremlin y la tumba del soldado desconocido.La oposición a Tsereteli ha tenido, por lo menos, un resultado positivo. En torno a ella se ha consolidado el primer gran movimiento ciudadano de carácter lúdico del Moscú poscomunista. En él participan artistas, estudiantes y, sobre todo, gente joven, que reclama la convocatoria de concursos para adjudicar los encargos municipales y está en contra de las adjudicaciones a dedo de las que se ha beneficiado reiteradamente Tsereteli, vicepresidente de la Academia de Artistas de Rusia, presidente de la Unión de Diseñadores y premio Lenin.

Aparentemente, Tsereteli actúa con altruismo, ya que suele regalar sus obras. Para el monumento de Sevilla, que pesa 476 toneladas, y otro similar que no llegó a construir se en Estados Unidos, el artista obtuvo permisos de exportación, de más de 15.000 toneladas de cobre y otros metales. Y nadie ha explicado aún adónde fueron a parar las sobras.La revista Stolitsa, que ha vuelto a publicarse tras problemas económicos, ha lanzado una campaña contra Pedro I. En su número cero, la publicación imprimió unos tarjetones en los que se pide al alcalde que ordene desmontar la estatua. Serguéi Mostovshchikov, el director de Stolitsa, es uno de los promotores de la campana a favor del referéndum sobre la estatua. Marat Gelman, un galerista de éxito que ha dirigido la campana, se entrevistó recientemente con el alcalde Luzhkov.

El resultado fue la congelación del referéndum, que costaría unos 1.700 millones de pesetas, y un compromiso por el cual el Ayuntamiento decidirá el futuro de la estatua en función del dictamen de una comisión mixta de 23 personas; entre ellas, arquitectos y críticos, tanto partidarios como detractores de la obra de Tsereteli. La comisión tiene hasta el 1 de mayo para recoger opiniones, hacer encuestas y elaborar el dictamen. No se excluye que Pedro I pueda ser demolido o trasladado a algún descampado periférico de Moscú.

Pese a que, según Stolitsa, Luzhkov procura últimamente no ser visto en público con Tsereteli, al artista no le faltan amigos que le honran con sus visitas. A su mesa se ha sentado recientemente el español Federico Mayor Zaragoza, director de la Unesco, entidad de la que Tsereteli es representan te honorario en Moscú. El artista cree ser víctima de una "campaña política" y de "los medios de comunicación" y está dispuesto a concluir el montaje de Pedro I. "Y después, que lo desmonten si quieren", según dijo a esta corresponsal el pasado fin de semana en una cena en la residencia del embajador de España en Moscú, donde Tsereteli conversó largamente a solas con VIadímir Gusinski, un magnate de la comunicación, propietario del canaltélevisivo NTV.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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