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Entrevista:

"El Banco debe liderar el negocio del desarrollo"

Victoria Carvajal

La reciente visita de James D. Wolfensohn a España ha coincidido con un momento delicado para el presidente del Banco Mundial que más expectativas ha despertado desde que Robert McNamara liderara la institución en la década de, los setenta. El próximo jueves 13, este hombre hecho a sí mismo, nacido en una modesta familia europea que emigró a Australia poco antes de la II Guerra Mundial, someterá a la aprobación del Consejo del Banco Mundial sus planes para modernizar una institución criticada en los últimos años por su exceso de burocracia, y su falta de eficacia en la lucha contra la pobreza.Los 24 directores ejecutivos que se sientan en el Consejo en representación de los 180 países accionistas de la institución están de acuerdo en que el Banco necesita un cambio en profundidad. Pero algunos de ellos se resisten a asumir su coste: 420 millones de dólares (60.900 millones de pesetas) durante dos años, que supone un aumento de los recursos por valor de 250 millones de dólares.

Wolfensohn, de 63 años, ha apostado todo su prestigio, avalado por 40 años de éxitos en la banca privada, en el triunfo de sus tesis descentralizadoras. Algunas voces dentro del Banco dicen que de ello depende incluso su continuidad en el cargo, al que accedió cuando estaba a punto de disfrutar de una jubilación dorada. Idealista irreductible, Wolfensohn dice que aceptó "el mejor trabajo del mundo" para intentar mejorar la calidad de vida de los que él llama sus 4.500 millones de "clientes", es decir, de las tres cuartas partes de los habitantes del planeta que viven en penosas condiciones económicas. En los 19 meses que lleva al frente del Banco ha viajado por 50 países, y su nuevo estilo de gestión, basado en el lema de que nadie es indispensable hasta que no demuestre lo contrario, ha conmocionado al sector más apoltronado del staff de una institución que emplea a 11.000 personas en el mundo.

Pregunta. Los países en desarrollo ven la globalización de la economía como una fuente constante de amenaza. ¿Cree que su temor está justificado?

Respuesta. La globalización de la economía es un hecho. La producción se está distribuyendo por todo el mundo, y las compañías trasladan su actividad allí donde los costes laborales son más bajos y hay una ventaja para producir. Lo que tenemos que hacer es aseguramos de que los países desarrollados tienen la oportunidad de participar en la economía por su atractivo como lugar para invertir y crear puestos de trabajo. Así que lo que estamos haciendo es trabajar con los Gobiernos de estos países para crear un entorno en el que se atraiga la, inversión, que tengan una fuerza de trabajo formada y donde puedan sacar ventajas de su situación, pues se trata normalmente de unos mercados con un gran potencial de crecimiento.

P. ¿Cree que está justificada la mala fama que tienen las organizaciones multilaterales en algunos de los países en desarrollo, donde habitualmente la población más desprotegida es la que más sufre las consecuencias de los ajustes?

R. Creo que el Banco Mundial está poniendo ahora mucho más cuidado en su relación con los países a los que asiste. Tiene en cuenta los plazos, el estado de desarrollo de su economía y, en particular, el impacto de los programas de ajuste en la población. Lo que hay que evitar a toda costa es que los más desprotegidos sean los principales afectados. El objetivo del Banco es ayudar a los Gobiernos a aliviar la pobreza, y no a crearla. Hay que asegurarse de que se mejoran las condiciones sociales y de que el, ritmo es lo suficientemente flexible como para que se produzca una transición ordenada hacia una economía más competitiva. Lo que sí es cierto es que los países en desarrollo no pueden permitirse el lujo de quedar al margen de la economía mundial. No tienen otra elección.

P. ¿Cómo puede el Banco Mundial medir su eficacia en el desarrollo?

R. Ésa es una de las cuestiones principales que afectan al Banco. Trabajamos en función de tres factores: la rentabilidad de la inversión; la sostenibilidad del proyecto, y la eficacia en el desarrollo, que tiene en cuenta hasta qué punto los proyectos alivian la situación de las capas más pobres a las que se pretende asistir. Hemos creado un equipo especial para reflexionar sobre cómo medir la eficacia del Banco en un contexto muy amplio e incluso medir el impacto de los proyectos cuanto antes para poder corregir nuestra actuación.

P. ¿Cómo se puede conseguir que sean muchas, y no sólo unas pocas, las economías en desarrollo que se benefician del fuerte aumento del flujo de capital privado hacia estos países? ¿Cuál es el papel del Banco y cuál el de su brazo inversor, la Corporación Financiera Internacional [CFI]?

R. La CFI y el Banco tienen que trabajar juntos para animar al sector privado a invertir en los países en desarrollo que están marginados de estos flujos. De los 230.000 millones de dólares que se invirtieron el año pasado en las economías en vías de desarrollo, el 80% fue a parar a sólo 12 países, y 140 países recibieron únicamente el 5% de esta inversión. El Banco y la CFI, de acuerdo con los Gobiernos locales, deben intentar crear el entorno adecuado para que este flujo les llegue. Esto incluye al sistema legal, fiscal... Pero lo que el Banco no puede hacer y sin embargo la CFI sí, es invertir directamente sus propios fondos.

P. ¿Quién ha respondido mejor a su llamada para fortalecer la cooperación, los Gobiernos de los países en desarrollo o de los desarrollados, el, sector privado o las organizaciones no gubemamentales?

R. Yo diría que todos han reaccionado bien. Creo que se ha producido un, cambio considerable en su actitud. Lo que no quiere decir que cada uno de estos grupos está de acuerdo con nosotros. Tampoco creo que esto fuera recomendable. Pero lo que sí que hay es una especie de tensión muy sana entre los distintos participantes en el desarrollo. No creo que nadie tenga todas las respuestas. Lo que sí puedo decir es que en los últimos 18 meses la colaboración se ha estrechado.

P. ¿Hay algún país que se esté beneficiando del acuerdo de la última reunión para condonar gran parte de la deuda dé los países pobres mas endeudados?

R. Esperamos que este año puedan beneficiarse de este programa cuatro o cinco países, que están ya listos para ser examinados. Uganda será el primer país. Queremos también que haya contribuciones adicionales a esta iniciativa, además del Club de París, el Fondo Monetario Internacional y el Banco, como es el caso de Rusia y los bancos regionales, que son unos acreedores importantes. En cualquier caso, estoy personalmente comprometido, al igual que Michel Camdessus [director gerente del FMI], a que la iniciativa se ponga en marcha este año en algunos países de África y Latinoamérica.

P. ¿Le preocupa que la Administración de Clinton, que tras las elecciones está más dispuesta a pactar con el Congreso republicano, reduzca su financiación a las agencias internacionales que apoyan el desarrollo?

R. Creo que uno de los principales logros de la Administración de Clinton ha sido su voluntad de ponerse al día en su contribución a las agencias internacionales. El propio presidente así lo anunció en el discurso del estado de la nación. Fue bastante explícito.

P. Usted dijo en la, asamblea anual del Banco y el FMI del pasado octubre que cancelaría los proyectos a los Gobiernos corruptos. ¿Ha puesto en práctica esta amenaza?

R. La corrupción es el principal factor que impide la entrada fluida de inversión a un país. Creemos también que es el factor político más importante en la mente de los votantes de los países en desarrollo. Cualquier persona de un país en desarrollo está preparada para asumir la pobreza, pero deja de ser así sí ven que los que ostentan el poder se hacen cada vez más ricos. Es una controvertida cuestión política. Desde el discurso de octubre me ha sorprendido la franqueza y la buena acogida de algunos Gobiernos a la hora de discutir las medidas que se pueden aplicar para erradicar la corrupción. Acabo de estar en África, y en cada país he podido discutir abiertamente esta cuestión con los líderes políticos. Así que no es ya un tema que deba tratarse a escondidas. Y el Banco puede enterarse de que hay corrupción y cancelar sus proyectos. No hemos tenido ocasión de hacerlo aún, pero una declaración, tan clara como ésta puede ayudar a reducir la corrupción. Creo que hay signos muy positivos, aunque no hay nada que hacer a menos que los líderes estén implicados. El presidente de Ucrania, Leonid Kuchma, expulsó recientemente a dos miembros de su Gobierno por corruptos.

P. El próximo día 13, el Consejo del Banco Mundial debe aprobar su plan de reestructuración. ¿Confía en lograr su apoyo?

R. Estoy lleno de esperanzas, pero en ningún caso confiado. Creo que mis planes, que los he elaborado con todo mí equipo de dirección, son razonables y esenciales. El problema es que necesitamos una financiación adicional, que provendrá de nuestros propios beneficios y no necesita un pago externo. Para ello proponemos un ajuste del presupesto. Y siempre que el Banco hace una petición prespuestaria a un Gobierno extranjero, como he podido averiguar muy a mi pesar, te enfrentas a una dura batalla. Pero creo que la razón prevalecerá, porque lo que queremos es aumentar la eficacia de la institución con los países receptores y ser más capaces de ayudar a los pobres. El Banco debe convertirse en la primera institución en el mundo en el negocio del desarrollo.

P. ¿Es cierto que ha condicionado su continuidad en el cargo a la aprobación de estos planes?

R. No. No quiero jugar a la ruleta rusa con el Consejo. Creo que saben que mi capacidad para ser eficaz en el futuro depende de que logre. la aprobación de este plan. He hecho mis proyectos contando con su apoyo. Si no lo consigo, tendré que reflexionar en ese momento sobre lo útil que puedo ser al Banco en un entorno distinto, pero en ningún momento he amenazado con mi dimisión.

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