El Gobierno ruso busca el apoyo financiero de la banca para evitar el estallido social
Las autoridades de Rusia, preocupadas por la crisis financiera, que impide el pago de salarios, pensiones y prestaciones sociales, están cortejando a los banqueros para que saquen la chequera con objeto de evitar manifestaciones de descontento popular. Los nuevos capitalistas rusos, que se han aprovechado de su amistad con los políticos, se muestran reacios a perder sus privilegios y ponen condiciones para nuevos desembolsos. Precisamente el coordinador del apoyo de los banqueros rusos a Borís Yeltsin durante la campaña electoral que le dio la victoria en 1996, el economista liberal Anatoli Chubáis, fue nombrado ayer primer vicejefe del Gobierno en un esperado decreto presidencial.
El nombramiento de Chubáis, al que se oponían los comunistas, dificultará las relaciones con el Legislativo, pero dará un nuevo ímpetu al, Gobierno de Víktor Chernomirdin, una coalición con poca voluntad para contrariar los intereses particulares de los sectores representados en él. Con Chubáis, el Ejecutivo puede recuperar la dinámica de reforma liberal que caracterizó al primer Gobierno postsoviético de Yegor Gaidar.Chubáis, de 41 años, un economista de San Petersburgo, goza de gran prestigio en medios liberales por su capacidad organizativa y claridad de visión y tiene una pésima imagen, como implacable perseguidor de sus fines a cualquier coste, en la oposición. En la historia del postcomunismo, el lugar de este funcionario que fue vicejefe del Gobierno de 1992 a enero de 1996 está asegurado por su papel como jefe del programa de privatización de los bienes del Estado (un robo al pueblo, según sus adversarios). Chubáis dirigía el Gabinete presidencial desde agosto pasado y es una de las pocas personas con acceso directo al presidente Yeltsin.
La evolución de la política económica en Rusia no satisface a Yegor Gaidar, que colabora con Chubáis y que aportó sus ideas al mensaje anual de Yeltsin. "No me gusta la oligarquía y he luchado y continuaré luchando para que Rusia no vaya por el camino del capitalismo oligárquico", afirmó Gaidar en una conversación con esta corresponsal. Rusia, en su opinión, no puede permitir ya "el derroche masivo de los recursos del Estado" y "la falta de las inversiones necesarias para la reforma, para el funcionamiento de la economía y para que la gente pueda recibir sus sueldos y sus pensiones". El país, cree, exige hoy medidas económicas tan decididas como las que él tomó cuando en 1992 liberalizó los precios.
El poder financiero en Rusia parasita hoy del poder político. Uno de los grandes negocios bancarios ha sido convertirse en agentes apoderados del Gobierno para financiar programas presupuestarios. Las especulaciones con las cuentas gubernamentales han permitido a los bancos cosechar pingües beneficios a base de fondos oficiales que circulaban ampliamente antes de llegar -menguados por los intermediarios y la inflación- a sus destinatarios.
El jueves, Yeltsin se comprometió a poner fin a la práctica de los bancos apoderados y sustituirla en 1998 por un sistema de Tesorería del Estado, un "duro golpe" para muchos bancos, según Gaidar, para quien a los banqueros rusos hay que decirles que "si se comportan con este descaro, no sólo van a colgar de las farolas al Gobierno sino también a ellos, y no conseguirán marcharse en avión". La situación en Rusia, donde millones de personas perdieron sus ahorros en pirámides especulativas en 1994, es muy distinta de la de Albania, pero, "si el Gobierno continúa siendo tan inútil como en el último año", una evolución al estilo albanés "no se puede excluir", según admitió Gaidar.
Como a principios de 1996, cuando Chubáis selló el pacto preelectoral con ocho banqueros en la localidad suiza de Davos para frenar al candidato comunista, Guennadi Ziugánov, las autoridades no pagan los salanos ni las pensiones. Ahora, sin embargo, hay más deuda acumulada, menos reservas económicas y menos esperanza, y los dirigentes no temen a los comunistas (satisfechos en sus escaños parlamentarios), ni a los sindicatos ex soviéticos (no motivados políticamente), que han convocado una protesta general el 27 de marzo, sino la posibilidad de acciones espontáneas de protesta y a los personajes incontrolados que podrían dirigirlas.Últimamente, los banqueros han sido muy cortejados. El 4 de marzo, Chernomirdin les convocó y les propuso comprar obligaciones del Estado por valor de 15 billones de rublos (unos 400.000 millones de pesetas). Los bancos le pidieron que rebajara el nivel de reservas obligatorias, y tomara medidas para liberalizar el mercado del oro. El mismo día, el vicealcalde de Moscú, Yuri Rosliak, les exhortó a comprar bonos municipales. Los banqueros pidieron rebaja de los impuestos y garantías para la inversión. Por su parte, el ministro de Defensa, Igor Rodiónov, les explicó a fines de febrero las dificultades de las Fuerzas Armadas. Los banqueros le aconsejaron elaborar una concepción estable de la defensa del país (para 30 años como mínimo) antes de hablar de "inversiones garantizadas" y también subastar las propiedades sobrantes (edificios, terreno, equipos y buques militares). Rodiónov aseguró que ya ha empezado a hacer inventario.
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